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28 junio, 2020 Comentarios desactivados en La energía en el T-MEC: Todos ganaron Ideas

La energía en el T-MEC: Todos ganaron

Por Rosío Vargas*, Edgar Ocampo**

Frente a los reclamos de la American Petroleum Institute (API) y la Asociación de Fabricantes Estadounidenses de Combustible y Petroquímicos (AFPM, por sus siglas en inglés), en contra de las medidas que el gobierno mexicano está tomando en el sector energético, por el supuesto trato discriminatorio, es necesario revisar los acuerdos plasmados en el T-MEC, a fin de contextualizar la pertinencia de las quejas de los principales cabilderos de las empresas petroleras norteamericanas.

Es importante destacar que el resultado de la negociación del TLCAN, en materia de energía, dejó conformes a los tres países y, también, a otros actores que directa o indirectamente participaron en la negociación, porque sus demandas fueron consideradas y quedaron plasmadas en el nuevo Acuerdo T-MEC.

Beneficios para Canadá

Canadá celebró el triunfo sobre una demanda histórica de la izquierda canadiense al haber sacado del T-MEC la denominada “cláusula de proporcionalidad”, que, desde 1989, comprometió a Canadá a no reducir su nivel de exportaciones a EUA por abajo del promedio de los últimos 36 meses. Tampoco podía establecer precios nacionales para la energía, por debajo de los de exportación. De forma complementaria, Canadá también pudo eliminar los aranceles sobre el diluyente usado. Aunque simbólica, en buena medida, ya que nunca se implementó, la cláusula había sido una factura pendiente.

La perspectiva estadounidense sobre este triunfo es que el éxito es muy relativo. Consideran que lo obtenido debe colocarse en el contexto del cambio energético en la región. Ahora prevalece una condición diferente al pasado, en donde la situación energética de EUA es de abundancia y sobreproducción de petróleo y gas, lo que ha modificado la relación comercial con Canadá.

Frente a esto, la valoración de la parte estadounidense es que, ahora, ya no necesita preservar a Canadá como su “proveedor de crudo de emergencia”. Las exportaciones de gas natural de Canadá hacia EUA se han reducido desde su máximo en 2000, desde un volumen de casi 10,000 millones de pies cúbicos diarios (mmpc/d), en más del 40% en 2019, a un volumen de 6,000 mmpc/d, debido a que la producción de gas shale en EUA pasó de alrededor de 5,000 mmpc/d en 2005, a más de 80,000 mmpc/d en 2019.

Ahora, Estados Unidos no sólo exporta gas, sino también petróleo y sus derivados. La paradoja es que el gas natural producido en las cuencas Marcellus y Utica resulta, geográficamente, más cercanas para algunas regiones de Canadá y, por lo tanto, las exportaciones de EUA son más baratas. Los cambios en la dirección del comercio energético dan cuenta de cambios en los resultados de la negociación y permiten ponderar su verdadera dimensión.

Otro logro para Canadá fue el no haber aceptado el mecanismo de protección a las inversiones (Sistema para Resolver Disputas Comerciales Internacionales ISDS), que sí acepto México. A través de este mecanismo, las corporaciones pueden llevar a los gobiernos a la corte cuando los Estados aprueban nuevas regulaciones. Esto rige al sector petrolero.

Canadá también logró que se bajaran los aranceles para el petróleo pesado producido en Alberta y destinado al mercado estadounidense.

Beneficios para EUA

La American Petroleum Institute, API por sus siglas en inglés, celebró el acuerdo al que considera, incluso, mejor que el pasado TLCAN, del cual se preservaron muchas de sus provisiones, por lo que la API pidió al Congreso de su país que lo apruebe.

Las grandes petroleras, las corporaciones petroquímicas y productoras de refinados, las empresas independientes, las productoras del shale gas y el tight oil, miembros de API, son las grandes ganadoras del Acuerdo. El solo anuncio de la resolución subió las cotizaciones en los mercados de futuros.

Entre los aspectos que destacó la API del tratado son: Primero; las disposiciones clave del acuerdo relacionadas con la industria de gas natural y petróleo de EUA, que incluyen el acceso al mercado para el gas natural y el petróleo de EUA, así como para sus inversiones en Canadá y México. El acuerdo actualizado preserva una disposición que requiere que el gobierno de los EUA apruebe automáticamente todas las exportaciones de gas a México, a pesar de que otra regla obliga a los reguladores a considerar el interés público de ese combustible; segundo, La continuación de aranceles cero sobre el gas natural y el petróleo; tercero, los países se comprometen a la elegibilidad para la solución de controversias entre inversores y estados (Sistema para Resolver Disputas Comerciales Internacionales ISDS) para las empresas estadounidenses de gas natural y petróleo que invierten en México, es así que, el mecanismo de solución de controversias entre inversionistas y Estados (entre los Estados Unidos y México) se mantuvo; cuarto, el requisito de que México mantenga, al menos, el nivel actual de apertura a la inversión energética en los Estados Unidos; quinto, flexibilidad adicional que permita a las autoridades aduaneras de los Estados Unidos aceptar documentación alternativa para certificar que el gas natural y el petróleo se originaron en Canadá o México al ingresar a los Estados Unidos.

El acuerdo no impide el uso de las reglas de “compras a Estados Unidos” para los principales proyectos de EUA en infraestructura, incluidos los oleoductos. Tampoco para las empresas que tienen, o pueden obtener contratos gubernamentales para perforar o construir infraestructura como oleoductos y refinerías en México.

Consideraciones para México

En el capítulo 8 del T-MEC, Canadá y EUA reconocieron que “México se reserva su soberanía para reformar su Constitución y su legislación nacional” y que “el Estado mexicano tiene la propiedad inalienable, imprescriptible de todos los yacimientos de hidrocarburos costa adentro y costa afuera en el territorio mexicano”. Así como “la soberanía de México y su capacidad para reformar el marco legal interno, incluyendo la Constitución”.

México se reservó el derecho a adoptar o mantener medidas en sectores, subsectores o actividades no reservadas en los Anexos de Provisiones Específicas en materia de comercio transfronterizo en servicios, inversiones y empresas propiedad del estado, en tanto estas medidas sean consistentes con el Acuerdo.

Otros compromisos a destacar fueron que los inversionistas de energía estadounidenses y canadienses tendrán más certeza en cuanto a sus inversiones de energía en México, ya que se mantuvieron las oportunidades para participar en las licitaciones de Pemex y CFE.

El acuerdo también mantiene la concesión del TLCAN a EUA de comercio libre de aranceles de productos de petróleo, gas en bruto y refinado entre los Estados Unidos y México.

El mecanismo de protección a las inversiones ante disputas (ISDS, por sus siglas en inglés) se dedicó a la protección de las inversiones estadounidenses en México.  Con ello, API logró proteger sus inversiones en México, blindarlas ante cualquier intento de revertir la Reforma Energética.

Los corporativos petroleros-gaseros de EUA tienen el proyecto de invertir en gasoductos. Su objetivo es crear la infraestructura necesaria para conectar la región productora en EUA (Cuenca Pérmica de Texas) para exportar el gas para generar electricidad en México.

Frente a las medidas del actual gobierno de México, que ya ha anunciado posibles cambios en el diseño de la política energética, los inversionistas estadounidenses apuestan a dos cosas: a) la virtual imposibilidad mexicana de revertir el proceso de integración con América del Norte en un sector que está destinado a integrarse cada vez más y; b) a las dificultades económicas de México para atraer inversiones requeridas para rehabilitar la capacidad de refinación y lograr la autosuficiencia de derivados para el mercado interno. De igual forma, con la exploración y producción petrolera, que si bien cuenta con una inversión ya comprometida de 200 mil millones de pesos, requiere mayores capitales, lo que significa un desafío que solo puede ser aliviado por una frontera más abierta para la inversión.

La certeza de que México tendrá que seguirse apoyando en la inversión extranjera para alcanzar las metas productivas del gobierno electo, había llevado a los inversionistas privados, a mantener una postura ausente de presiones abiertas para conseguir sus intereses, hasta que la API y la AFMP protestaran recientemente.

En general, lo negociado en el T-MEC corresponde a la lógica del libre comercio, que quedó plasmado al mantenerse el acceso al mercado energético en los tres países, beneficiando sobre todo al sector energético de Estados Unidos con tarifas cero, quien gracias a su revolución energética, posible por la tecnología del fracking, cuenta con importantes volúmenes de productos derivados del petróleo y el gas natural.

En el tiempo, esto se ha traducido en importantes volúmenes de gas importado desde Estados Unidos hacia México, junto a otros productos refinados y derivados del petróleo (gasolina y diésel).  Las importaciones de gas natural desde Estados Unidos ya superan los 5,500 millones de pies cúbicos diarios, las de gasolina superna los 700,000 barriles diarios y las de diésel superan los 300,000 barriles diarios. El costo de esas importaciones fue de alrededor de 35,000 millones de dólares en 2018.

El libre comercio y la integración energética han favorecido a los intereses estadounidenses, corporativos energéticos como Marathon Petroleum Corp, Kinder Morgan, ONEOK Inc, TransCanada Corp., Sempra Energy y Valero Energy Corp, Exxon-Mobil y otros. Su objetivo ha sido el mercado mexicano para posicionarse en los espacios que quedaron abiertos dentro de la industria de hidrocarburos y sus derivados, así como dentro del sector eléctrico para la inversión privada. El respaldo nacional lo dio el marco jurídico derivado de la Reforma Energética en México (2013).

La apertura del mercado de combustibles implicó una sobreoferta de estaciones de venta y servicio de combustibles que está provocando una férrea competencia y hasta el canibalismo entre ellas. En sólo 4 años, el 34% de las gasolineras ya son de empresas privadas que se encuentran en un proceso frenético de tapizar el territorio urbano, las autopistas y carreteras del país sin que exista una planeación.

De las 13 mil 282 gasolineras que había en México, a principios de este año, alrededor de 16% ya son de marcas extranjeras, como son Exxon, Shell, BP y Repsol. Sólo Shell México tiene la intención de alcanzar una participación en el mercado nacional de 15%.

Si bien la política energética de la administración en turno no tiene la intención de revertir la Reforma Energética de 2013, si ha venido tomando medidas consistentes a lograr sus principales objetivos: la soberanía energética y la seguridad energética, las cuales han disgustado profundamente a los capitales privados/extranjeros quienes han acusado a México de trato discriminatorio, pues consideran haber sido afectadas en sus inversiones en el país.

Sin embargo, no queda claro si se refieren a contratos, inversiones o coinversiones ya comprometidas y en marcha. Lo cual hace suponer que la molestia tiene que ver más bien con el acceso a nuevos negocios, mercados de su interés y a otras oportunidades financieras, que no han podido concretarse aún, por una supuesta ineficacia de las entidades regulatorias para resolver sus procesos de trámites.

El problema es de fondo, derivado de tratado (T-MEC) que buscó satisfacer a todos los actores y cuyo marco jurídico da cabida para que cada país encuentre argumentos en su favor; un marco, en el fondo, inconsistente, si no es que totalmente esquizofrénico.

EUA celebra que lo sustantivo del TLCAN no cambió y este nuevo Acuerdo (T-MEC) les beneficia aún más. México y Canadá celebran que se hayan incorporado sus demandas, si bien no ha sido analizada la congruencia y posibles conflictos entre lo insertado por México y la protección jurídica a las inversiones de EUA y Canadá.

Los grupos económicos que participan en la integración del mercado energético de América del Norte se beneficiarán en conjunto al hacerse posible una mayor inversión interregional y mayor certeza jurídica para sus inversiones en el mercado energético de los tres países.

No obstante, la estructura de poder en América del Norte predominó favoreciendo mayormente a EUA, a su industria petrolera y gasera, a su proyecto geoestratégico (la revolución energética) así como al proceso de integración para América del Norte. El tablero quedó puesto. Ahora todo depende de la habilidad de los jugadores.

*Investigadora de la UNAM.

**Analista y consultor del sector energético.

 

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