Por Arturo Moo Cahuich
La costumbre, al finalizar un año, es formular los buenos deseos para el siguiente y se piensa en deseos reales o complicados. Pero no todo es desear o soñar, hay que trabajar en la realización de esos deseos o aspiraciones.
Existe actualmente un mar de corrupción y complicidades en el gobierno federal y muchos estatales. Los casos de la Casa Blanca, Odebrecht, Malinalcos, socavones, transferencias de fondos a paraísos fiscales y desapariciones de dineros no se olvidan tan fácilmente en la población. La mejor descripción es la foto que Peña Nieto se tomó con sus gobernadores correligionarios y ahora encarcelados o huyendo de la justicia
Se asoma el 2018 y con él la oportunidad de formular los mejores deseos, uno muy oportuno y para bien de México, sería desplazar de Los Pinos al partido en el poder, el tricolor, que tanto daño ha causado por décadas a los compatriotas y sus bolsillos. Porque, ciertamente, no hubo verdadera alternancia.
Existe actualmente un mar de corrupción y complicidades en el gobierno federal y muchos estatales. Los casos de la Casa Blanca, Odebrecht, Malinalcos, socavones, transferencias de fondos a paraísos fiscales y desapariciones de dineros no se olvidan tan fácilmente en la población. La mejor descripción es la foto que Peña Nieto se tomó con sus gobernadores correligionarios y ahora encarcelados o huyendo de la justicia.
Los mexicanos padecemos las continuas alzas en los comestibles, impuestos, combustibles, etc., es decir, pagamos por los errores y corrupción del gobierno o por las malas políticas públicas que se implementan y se ejecutan.
Derrochar dinero público en medios de comunicación es indicativo de que se paga por la complicidad del silencio y los propietarios de medios optan por el monetario, antes que por la ética periodística. Resurge aquella frase, la moral es un árbol que da moras y la otra de “no te pago para que me pegues”. Se han perdido o se han robado el decoro y la dignidad. En Campeche, se vive una burda copia en medios de dicha “estrategia” y una nueva camada de riquillos. Los de menor rango solo alcanzan las migajas.
Por esto y más, entre el mayor deseo del Año Nuevo 2018, debe estar el triunfo de MORENA en la elección presidencial, fuera corruptos de Los Pinos y en las entidades federativas. Los mexicanos debemos hacer valer la importancia del voto ciudadano. Ya no caer en artimañas o descuidos. La oportunidad es ahora o nunca.
Andrés Manuel López Obrador ha dedicado muchos años de su vida a la concreción de un Proyecto Alternativo de Nación, viable para reducir marginación y pobreza.
Actualmente, su Proyecto se encuentra al escrutinio de la sociedad y los críticos; el documento todavía se puede enriquecer, está al alcance de todos los interesados. El horizonte contempla a todo el país y sus regiones.
Por ejemplo, en los días finales del 2017, AMLO recorrió nuevamente los estados de Tabasco, Campeche, Quintana Roo, Yucatán y en cada uno de ellos hizo compromisos para el desarrollo económico y social. Un sureste rico que ha sido abandonado.
Campeche, por ejemplo, tendrá la construcción de una refinería de Pemex en la Península de Atasta y en Ciudad del Carmen estará la sede de la Dirección General de Pemex, además de que se contempla a Calakmul entre los planes de desarrollo turístico y no es todo, también por vasta extensión, Campeche será reforestado para el buen aprovechamiento de la madera. Y la generación de empleos.
Ya le toca al sureste, dijo, vamos a desarrollar el sureste. Y vaya que necesita crecer esta región y de manera especial Campeche, donde solo las promesas oficiales y los gacetilleros del gobierno ven todo de las mil maravillas, cuando resulta altamente contrastante el discurso oficial y la cruda realidad.
Por tales circunstancias, debemos analizar concienzudamente a los candidatos presidenciales.
Sin lugar a dudas, Andrés Manuel López Obrador es el mejor candidato para ser el próximo presidente de México y que encauce las mejores políticas públicas que necesita México como país en verdadero desarrollo. Esto, por supuesto que no es un deseo de año nuevo, sino un propósito real y verdadero que merece una culminación en las urnas en su momento oportuno.
Para todos quienes nos leen, Feliz y Próspero Año 2018.