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25 abril, 2018 Comentarios desactivados en A luchar por una patria con esperanza, justicia y dignidad: Layda México

A luchar por una patria con esperanza, justicia y dignidad: Layda

Al despedirse del Senado y cerrar “el capítulo más trascendente” de su vida política, Layda Sansores lamenta haber sido parte de “un Senado que se congeló en el tiempo”, en el que imperó “la ceguera, la complicidad y la ausencia de muchos” para dejar una “patria deformada”.

Por Daniel Sánchez

CIUDAD DE MÉXICO, 25 de abril del 2018.- Al cerrar “el capítulo más trascendente” de su vida política, la senadora Layda Sansores San Román se despidió del Senado de la República con la convicción de aferrarse a la lucha, seguir empapando con su sudor la tierra y seguir buscando la patria, “que soñé al lado del ejército ciudadano que Andrés Manuel López Obrador vino a organizar y a conmover”.

“Y filtraremos por todas las rendijas la esperanza, que está en la puerta el verano invencible y trae frutos frescos y olores de justicia, y espero, entonces, que florezca también un nuevo Senado digno de los mexicanos”, destacó.

Luego de presentar su licencia, la legisladora campechana emitió un emotivo discurso, en el que reprochó haber estado en “un Senado que se congeló en el tiempo”, en el que imperó “la ceguera, la complicidad, la ausencia de muchos”, y se inventaban verdades y sofismas para distraer a la ciudadanía y aprobar leyes “para dejarles una patria deformada”.

“Me voy sin descifrar cómo habiendo tantos liderazgos, tanta inteligencia y experiencias concentradas, el Senado es una institución inservible a una sociedad que no representa, que no sirve de contrapeso al gobierno, porque el presidente tiene la mano metida”, expresó.

“Fui parte de un Senado que se congeló en el tiempo. Muy pocos son dueños de sí mismos, cargan con ataduras heredadas que impone la vida partidista en la que la mansedumbre, la obediencia, la disciplina fermentada termina por controlar sus conciencias y les impide ser libres”, indicó.

“Peor que la obscuridad que envolvía al país en estos tiempos, fue la ceguera, la complicidad, la ausencia de muchos”, puntualizó.

Sansores San Román dijo que “para distraer a la ciudadanía, los maestros a los trabajadores, mientras se aprobaban leyes para dejarles una patria deformada, se inventaban verdades, se engatusaba con sofismas y se ponía demasiada fragancia a las palabras”.

“El Senado contribuyó a dejar una ciudadanía indignada y a una patria herida. Este Senado deja charcos de culpas. Sé que al romper protocolos y contradecir rituales, mi voz tuvo para muchos, contornos provocadores e insolentes, pero no había otra manera”, agregó.

“Dice el filósofo que las críticas se hacen de frente y los elogios por la espalda. Creo que la verdad debe decirse sin aderezos y lo que sí les aseguro que nunca fue mi intención agredir en lo personal a nadie, sino evidenciar en su momento lo que representaban”, abundó.

“Nunca hablé por arrebato, sopesé compañeros y hoy permítanme despedirme de ustedes hasta con una sonrisa…Nunca hablé con arrebatos, sopesé cada palabra y calculé el precio de ser libre”, asentó.

Luego de agradecer especialmente a sus compañeros Ernesto Cordero, Emilio Gamboa y Manuel Bartlett, manifestó que éste último le “hizo entender que usar la tribuna es una forma eficaz de resistencia, y es lo único que te queda, cuando la línea que lanzan desde Los Pinos acribilla los más sólidos argumentos”.

“Por mi parte, me voy a seguir buscando la patria, esa patria que soñé, al lado del ejército ciudadano que López Obrador, un líder de esos que nacen rara vez, vino a organizar y a conmover. Y como dijo un poeta: “¡Qué importa que el gobierno mate!” “¡Qué importa que el gobierno ladre!” Nosotros vamos a mantener el valor y nos aferramos a la lucha. Seguiremos empapando con nuestro sudor la tierra”, expuso.

El texto completo del discurso de despedida de la senadora Layda Sansores:

Compañeras, compañeros, hoy cierro el capítulo más trascendente de mi vida pública.

En esta Legislatura, soy quien más años tiene como legisladora, dudé en despedirme, pero me siento obligada a dejar una última reflexión.

Me voy sin descifrar cómo habiendo tantos liderazgos, tanta inteligencia y experiencias concentradas, el Senado es una institución inservible a una sociedad que no representa, que no sirve de contrapeso al gobierno, porque el presidente tiene la mano metida.

Fui parte de un Senado que se congeló en el tiempo.

Muy pocos son dueños de sí mismos, cargan con ataduras heredadas que impone la vida partidista en la que la mansedumbre, la obediencia, la disciplina fermentada termina por controlar sus conciencias y les impide ser libres.

Peor que la obscuridad que envolvía al país en estos tiempos fue la ceguera, la complicidad, la ausencia de muchos.

Para distraer a la ciudadanía, los maestros a los trabajadores, mientras se aprobaban leyes para dejarles una patria deformada, se inventaban verdades, se engatusaba con sofismas y se ponía demasiada fragancia a las palabras.

El Senado contribuyó a dejar una ciudadanía indignada y a una patria herida.

Este Senado deja charcos de culpas.

Sé que al romper protocolos y contradecir rituales, mi voz tuvo para muchos, contornos provocadores e insolentes, pero no había otra manera.

Dice el filósofo que las críticas se hacen de frente y los elogios por la espalda.

Creo que la verdad debe decirse sin aderezos y lo que sí les aseguro que nunca fue mi intención agredir en lo personal a nadie, sino evidenciar en su momento lo que representaban.

Nunca hablé por arrebato, sopesé compañeros y hoy permítanme despedirme de ustedes hasta con una sonrisa…

Nunca hablé con arrebatos, sopesé cada palabra y calculé el precio de ser libre.

Quiero expresar mi afecto personal a cada uno de ustedes, los hay talentosos y sensibles.

Quiero saludar a mi amigo Dante Delgado, quien ahora está en otra trinchera, pero que mientras caminamos juntos, siempre fue respetuoso a mis rebeldías.

Al senador Cordero llévenle el mensaje, le valoro haber puesto fin a la arbitrariedad de que senadores sin fracción parlamentaria perdieran derechos fundamentales, aquí había senadores de primera y senadores de segunda, todos algo hicieron, pero él fue el presidente que más hizo por los trabajadores más modestos de esta Cámara, a quien este Senado les ha arrancado su condición de humanos.

Al senador Emilio Gamboa, le pido Senador Burgos le lleve usted este mensaje:

Senador Gamboa, no sabe cuánto me pesaba alterar sus estrategias.

Mi familia tiene para usted motivos de gratitud, aquí está uno de mis hijos y ellos no olvidan que gracias a Diana Laura Colosio, y a que usted personalmente se ocupó de ello, mis hijos no tuvieron el dolor de ver morir a su padre por asfixia, dilema, le confieso, fue decidir ser vocera del sentir ciudadano y estar por encima de los sentimientos de gratitud que a usted le guardaremos toda la vida.

A usted, senador Manuel Bartlett, qué decirle, a usted ni siquiera lo adiviné, usted para mí fue un asombro, fue mi mejor escuela, lo considero el más experimentado, el más informado, el más sabio, me hizo entender que usar la tribuna es una forma eficaz de resistencia, y es lo único que te queda cuando la línea que lanzan desde Los Pinos acribilla los más sólidos argumentos.

A los ciudadanos generosos que me alientan.

A mis hermanos campechanos, guerreros, que después de 20 años nada, ni nadie los ha roto.

Al equipo extraordinario que hoy desafía la jungla en Álvaro Obregón.

Al hombre que amo.

A mis hijos.

A mi familia que recibe los golpes y comparte los riesgos.

A mi abuela.

A mis padres en donde estén, gracias.

Por mi parte, me voy a seguir buscando la patria, esa patria que soñé, al lado del ejército ciudadano que López Obrador, un líder de esos que nacen rara vez, vino a organizar y a conmover.

Y como dijo un poeta: “¡Qué importa que el gobierno mate!”

“¡Qué importa que el gobierno ladre!”

Nosotros vamos a mantener el valor y nos aferramos a la lucha.

Seguiremos empapando con nuestro sudor la tierra.

Y filtraremos por todas las rendijas la esperanza, que está en la puerta el verano invencible y trae frutos frescos y olores de justicia, y espero, entonces, que florezca también un nuevo Senado digno de los mexicanos.

Un abrazo a ustedes.

Gracias.

 

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