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22 octubre, 2018 Comentarios desactivados en AMLO en Campeche, donde el Reino de Dios sí cabe en política Ideas

AMLO en Campeche, donde el Reino de Dios sí cabe en política

Por Verónica Lozada

El trece de octubre pasado, AMLO estuvo en Campeche. Un diario de Tabasco lo publicó en la red del pajarito azul con el hashtag #UnChocoRumboAPalacio. En las fotos del evento, está el Obispo de Campeche José Francisco González González, sentado en la mesa principal con los más encumbrados políticos del estado. Dos fotos dan cuenta del hecho que no debe soslayarse:

El obispo está sentado entre los políticos del estado, pero no en cualquier lugar, sino en uno muy privilegiado. Apenas a una persona de distancia del gobernador Alito y a dos de AMLO. A espaldas de él y de pie, está Gonzalo, el tercer hijo de AMLO y a la mano derecha del obispo, el líder de la bancada de Morena José Luis Flores. ¡Grotesco simbolismo!

Cuando vi la foto, no daba crédito que se tratara de él. ¿Por qué la incredulidad? Pues porque tres años atrás, un medio local publicó en primera plana una declaración del obispo: [el] “Reino de Dios no cabe en política”[1]. Y ahora ¡Helo ahí! In the middle of the action! En el mero centro del tejemaneje político y con asiento VIP.

Para contextualizar y no fragmentar, les diré que aquella nota empezaba así: En su primer mensaje de Semana Santa, del Domingo de Ramos, el obispo fue muy claro: el reino de Dios no tiene nada qué ver con la política” (sic). ¡Ups y recontra ups! Para dos mil dieciocho, la praxis es abrumadoramente contradictoria. No me extraña que ningún medio local hiciera alusión al hecho. ¡Qué capaz! La obediencia ciega y acrítica es ley aquí. Un respingo de los morenos campechanos que sí saben quién es, sería mucho pedir, pues ya han demostrado bastante su falta de congruencia y de lo único que son esperanza es de lo contrario; con sus honrosas, escasísimas y marginadas excepciones. La pregunta entonces es si siempre sí cabe el reino de Dios en política. Si procederá a corregir la primera tesis, porque una cosa es lo que dijo en dos mil quince y otra la que hace en dos mil dieciocho. Y eso en todas partes se llama incongruencia como mínimo, cuando no se quiere ser muy crudo para llamarla hipocresía.

Un detalle de oro. En la foto, el crucifijo insignia del ministerio del obispo, está arrumbado en el bolsillo; oculto. El viejo dilema sobre la dignidad planteado por Hamlet: ¡Ser o no ser, esa es la cuestión!— ¿Qué debe más dignamente optar el alma noble…? Nunca mejor expresado. Simulando no estar, la cruz se esconde del ojo público, escurrida a propósito en el bolsillo de la guayabera. ¿Por qué la simulación? ¿A quién le quieren ver la cara? Vestido el obispo como funcionario del estado, pasa por uno de ellos. Del membrete delante de él, no alcanza a verse. ¿Qué dice su membrete? Ese es un enigma que queda por aclarar. ¿Cómo lo instrumentaron para estar en la mesa principal entre los funcionarios que cocinan los destinos del estado?

A los ciudadanos se nos debe una explicación, que la disculpa ni soñarlo. Esa es una cosa muy cara y solo al alcance de corazones humildes, cosa harto difícil de conseguir a ciertos niveles. Pero bueno, el punto es que en Campeche, no ha llegado aún el estado laico. Gobernado a capricho y sin respeto al orden jurídico nacional, aquí se vive una realidad alternativa, impermeable al estado de derecho. Los yucatecos critican que en Campeche todo se hace al revés, no es cierto, es a modo. Y aunque la laicidad es condición sine qua non para la democracia, ya que constriñe al Estado a poner distancia a posiciones religiosas o antirreligiosas para asegurar un ambiente de tolerancia, pluralidad y libertad religiosa; pero aquí, ya se ve que no se sabe qué es eso.

La narrativa de la foto cuenta que en Campeche la religión católica se impulsa desde el Estado por encima de los demás credos y que el “reino de Dios” aquí, sí es de este mundo. Se reescribe el evangelio y se le corrige la plana a Jesús. Suscribiendo a la poeta, pregunto: “Qué dirá el santo padre, que vive en Roma, que le están degollando a su paloma…”

Lo único que espero es que la presencia del obispo en ese acto, no se trate de una mofa a Andrés Manuel y a la urgente y necesaria transformación que impulsamos millones de mexicanos; sabido su apego juarista y su respeto a la pluralidad religiosa.

En síntesis, y sin entrar al tema del estado laico, los límites de ley establecidos a los ministros de culto y las implicancias ético-legales que conlleva la intromisión de los ministros de culto en asuntos de Estado, olvídese también de la Constitución, la Ley de Asociaciones religiosas y culto público; aquí en Campeche, el reino de Dios sí cabe en política.

 

[1] Publicado en El Expreso de Campeche, en su emisión del lunes 30 de marzo del 2015.

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