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21 mayo, 2018 Comentarios desactivados en Aplican la ciencia para prevenir adicciones Ideas

Aplican la ciencia para prevenir adicciones

El momento adecuado para prevenir las conductas adictivas es antes de que los niños entren a la secundaria, señala la psicóloga Nancy Amador, del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”.

Por Amapola Nava

CIUDAD DE MÉXICO, 21 de mayo del 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Cuando la psicóloga Nancy Amador Buenabad pregunta a los padres con quienes trabaja, qué les gustaría que cambiara del comportamiento de sus hijos si tuvieran una varita mágica, la mayoría le responde: “Que me hicieran más caso”.

Los problemas de conducta en los niños pueden ir desde ignorar las órdenes de padres y maestros, tomar cosas que no le pertenecen, hasta golpear a otras personas. Si estas conductas no se atienden y se resuelven a tiempo, cuando los niños entran en la adolescencia, los problemas pueden escalar y convertirse en situaciones de riesgo, como el consumo de drogas, explica Nancy Amador, psicóloga e investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz (INPRFM).

La Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco 2016-2017 señala que 6.2 por ciento de los mexicanos entre 12 y 17 años de edad ha consumido drogas ilegales al menos una vez, y que la mediana de edad de inicio de consumo en el país es a los 17.8 años, es decir que la mitad de las personas que consumen drogas en México ha iniciado antes de los 17.8 años.

Estos datos indican que el momento adecuado para prevenir las conductas adictivas es antes de que los niños entren a la secundaria, comenta Nancy Amador.

Por esta razón, la psicóloga, junto con dos investigadores del instituto, María de Lourdes Gutiérrez López y Jorge Villatoro Velázquez, diseñó y evaluó dos programas de intervención para prevenir, tratar y reducir los problemas de conducta en escolares y evitar que escalen a problemas más graves en la adolescencia.

Los programas CAPAS-MX y Huellitas llevan terapeutas a las escuelas, pero no para trabajar con los niños sino para dar a los padres y a los docentes las herramientas necesarias para que ellos resuelvan y prevengan los problemas de conducta en los pequeños.

Los psicólogos probaron los programas en cuatro escuelas públicas de la Ciudad de México con un experimento aleatorizado: a una escuela se le asignó el programa CAPAS-MX, a otra el de Huellitas, en otra se hicieron las intervenciones de manera conjunta y la cuarta escuela se dejó en lista de espera para tomarla como el grupo sin intervención o grupo control.

Los científicos midieron el número de conductas problemáticas, los niveles de estrés, la sintomatología depresiva, los métodos de disciplina usados y otras variables emocionales y conductuales en niños, padres y docentes antes de la intervención; y volvieron a medir estas variables después de tres y seis meses de que concluyeran los programas.

Los resultados arrojaron que, de manera individual, CAPAS-MX y Huellitas ayudan a mejorar la conducta de los niños y además disminuyen los niveles de estrés y la sintomatología depresiva en padres y docentes. Pero que cuando se aplican en conjunto, la respuesta de niños, padres y docentes es todavía mejor.

“Algo muy importante de estos programas es que su evaluación esté basada en ciencia, pues así como cuando nos tomamos un medicamento y sabemos que es seguro, debemos saber que participar en este tipo de intervenciones es seguro y va a traer un beneficio real”.

Los padres, superhéroes

CAPAS-MX significa Criando con Amor, Promoviendo Armonía y Superación en México, explica Nancy Amador. El nombre surge de la idea de que los papás son como superhéroes y que se ponen una capa que les ayuda a proteger a sus hijos, la capa de la crianza positiva.

En el periodo de 2016-2017 de los jóvenes que habían participado en algún programa de prevención, 3.3 por ciento había consumido drogas, a diferencia de los que no habían participado en este tipo de programas, en donde 10.3 por ciento reportó consumo.

La crianza positiva busca el desarrollo de los niños en entornos positivos, que los guíen y los estimulen sin utilizar la violencia física o emocional. Y para lograrlo lo primero que los padres deben hacer es ponerse “los lentes de lo positivo” y enfocarse en las cosas que sus hijos hacen bien.

“En la sesión inicial, les decimos a los padres que se conviertan en detectives y empiecen a ver qué cosas están haciendo bien sus hijos. Pero una semana después, al llegar la siguiente sesión, muchos padres nos dicen: ‘No, no hizo nada bien, se portó súper mal toda la semana’. Entonces al empezar a trabajar con ellos les preguntamos: ‘¿De verdad no hizo nada bien?, ¿nunca recogió su mochila, o nunca se levantó y te dijo buenos días?’”.

La investigadora señala que cuando los padres se enfocan en lo positivo, los niños reciben atención por portarse bien y eso los va estimulando a cooperar.

A los padres también se les recuerda que no es posible esperar perfección ni de sus hijos ni de ellos mismos. Una vez que toman conciencia de esto, se les enseñan cinco elementos básicos de la crianza positiva: el involucramiento positivo, la disciplina efectiva, el desarrollo de nuevas habilidades en los niños, la supervisión y la solución de problemas en familia. Estos elementos se alcanzan con el apoyo de tres herramientas: las buenas instrucciones, la regulación de emociones y la comunicación efectiva.

¡Ya no te soporto!

La Encuesta de Maltrato Infantil y Factores Asociados 2006 reportó que, a nivel nacional, 70 por ciento de las técnicas de disciplina infantil emplea la violencia física o emocional, y que muchas veces los cuidadores no están conscientes de que varias de las prácticas, como decir a los niños que son una carga o que ya no los soportan, en realidad son violentas.

Los padres y los cuidadores que participaron en CAPAS-MX reportaron estar conscientes de que en ocasiones emplean técnicas de disciplina que no son adecuadas. Y aunque dijeron que les gustaría gritar menos a sus hijos o no pegarles, no contaban con las herramientas para hacerlo.

En las encuestas previas a la aplicación de CAPAS-MX, los investigadores encontraron que en el último mes, 75.8 por ciento de los padres había recurrido a la violencia emocional para disciplinar a sus hijos y que 25.8 por ciento había recurrido a la violencia física. Además, en el último año, 97.5 por ciento de los niños había sufrido maltrato emocional, 78.7 por ciento, maltrato físico y 3.3 por ciento, maltrato físico severo.

La fórmula de las buenas instrucciones

“Cuántas veces te dije que no dejes las cosas allí, siempre es lo mismo contigo”, esa es una frase que nos hace reír mucho a los papás, porque la hemos usado; pero cuando nos preguntamos qué instrucción estamos dando allí, en realidad es difícil encontrarla, comenta Nancy Amador.

Durante las sesiones de CAPAS-MX, para desarrollar la disciplina efectiva, los padres trabajan para encontrar una mejor manera de dirigirse a sus hijos y, finalmente, dan con la fórmula de las buenas instrucciones en donde transforman un “otra vez dejaste un tiradero” en “Juan, pon tus trastes en el fregadero, ahora, por favor”.

Lo primero es llamar la atención del niño, así que hay que decir su nombre, de otra forma tal vez no se dé cuenta de que le estamos hablando. Después hay que especificar lo que queremos y se lo pedimos con respeto. La fórmula podría ser:

Buena instrucción = Nombre + Qué + Cuándo + Dónde + Respeto, explica la investigadora.

Más que una sombra, un protector

La supervisión es otra de las habilidades que los padres desarrollan durante la intervención, sobre todo la supervisión como una forma de asegurar la integridad de la familia.

“Desde que son bebés, estamos supervisando a nuestros hijos: que no metan las manos al contacto o que no se lleven a la boca cosas que les hagan daño. Así como ocurre en las etapas tempranas, tenemos que supervisar hasta la adolescencia. El punto es saber cómo supervisar de una manera no invasiva, porque no queremos que los padres se conviertan en su sombra, pero sí queremos que sepan si sus hijos están seguros”.

Si los padres dejan a sus hijos en casa de algún cuidador, deben saber cómo contactarse y cómo supervisar desde fuera. Dentro de casa, deben saber qué está viendo el niño en la televisión o en Internet y cuánto tiempo pasa con los aparatos electrónicos. En la calle o el parque, saber qué personas están a su alrededor y qué elementos son peligrosos.

Para Nancy Amador, si se trabaja la supervisión desde la primaria, es más probable que en la secundaria los niños sepan que sus padres van a estar allí para ellos. La supervisión también puede apoyarse de la comunicación efectiva. Pues abrir canales de comunicación en la primaria y mantenerlos abiertos en la secundaria, ayuda a que los hijos acudan a sus padres cuando lo necesiten.

No me pasa nada: el manejo de emociones

Las situaciones cotidianas económicas, laborales o sentimentales de los padres influyen en sus niveles de estrés, estrés que si no se controla, puede interferir en la crianza.

“Es importante para los niños y los adultos aprender a detectar las emociones y reconocer que esto sí se llama enojo, que esto se llama tristeza o que se llama frustración y que hay cosas que yo debo hacer para regularlas, que no está mal sentirlo, pero hay que regularlo”.

El manejo de emociones también aporta a la disciplina efectiva, pues permite a los padres responder sin engancharse a las situaciones en que los niños los ponen a prueba, por ejemplo, al no obedecer una instrucción, a propósito, para ver cómo actúan. En el programa, disciplina no es igual a castigo, es igual a enseñanza, y al regular las emociones se puede pensar en qué se va a enseñar al niño de la situación en la que los está poniendo, explica la investigadora.

Intervención para los docentes

El programa Huellitas, o Dejando Huellitas en tu Vida, se llama así porque el personaje principal de la intervención es un conejo que se llama Huellitas. Huellitas es una intervención que diseñó la doctora María de Lourdes Gutiérrez, también investigadora del INPRFM.

Huellitas pretende ayudar a los alumnos de primaria, mediante un libro de historietas, a desarrollar sus habilidades sociales y sobre todo a trabajar cuatro elementos: el manejo de emociones; la prevención del abuso y el maltrato; la autoaceptación y la no discriminación; y la colaboración en la escuela y el hogar.

Aunque pretende ayudar a los niños, Huellitas se enfoca en la capacitación del profesor, explica Rodrigo Sánchez Ramos, asistente de investigación del INPRFM, quien trabajó en la implementación de ambos programas.

“Una ventaja de trabajar con los maestros es que cuando se acaban las doce sesiones de capacitación, los docentes pueden seguir aplicando el programa el resto del ciclo escolar. Pues todos los días se presentan situaciones en el aula donde se puede hablar de respeto, de comunicación de emociones o de colaboración”, explica el psicólogo.

La labor del docente

“Con la reforma educativa, ahora son los profesores quienes tienen el compromiso de enseñar habilidades socioemocionales a los alumnos. Pero los maestros nos dicen que durante su formación les dan herramientas pedagógicas para resolver problemas académicos, pero cuando llegan a la escuela lo que más tienen que resolver son problemas de conducta o problemas emocionales, porque un niño que está triste o enojado no va a aprender bien”, explica Rodrigo Sánchez.

El investigador señala que los maestros son vistos, erróneamente, como una comunidad cerrada y conflictiva, pero que los docentes estuvieron siempre dispuestos a trabajar en las capacitaciones del programa que se hacían en horas extra a su horario de trabajo. De hecho, al finalizar el programa, los docentes ofrecieron apoyar a los investigadores en la labor de convencimiento para que los programas se llevaran a todas las escuelas.

La ciencia de las intervenciones

CAPAS-MX y Huellitas fueron evaluados por separado antes de ser evaluados en conjunto. Los padres que completaron CAPAS-MX presentaron 8.4 por ciento menos sintomatología depresiva y 25.4 por ciento menos estrés, que los padres que no asistieron a las capacitaciones. Además, los niños cuyos padres completaron el programa presentaron 7.5 por ciento menos problemas de conducta, que los niños cuyos padres no asistieron a las sesiones.

En cuanto a Huellitas, 80 por ciento de los padres que participaron en la intervención disminuyó o mantuvo su nivel de ansiedad y 60 por ciento disminuyó o mantuvo su nivel de depresión. En cambio, 83.3 por ciento de los padres que no recibieron la intervención aumentó o mantuvo su nivel de ansiedad y 50 por ciento aumentó o mantuvo su nivel de depresión.

Una alianza que potencia

Al aplicar CAPAS-MX y Huellitas de manera conjunta, los investigadores observaron que los resultados eran mucho mejores. De hecho, después de seis meses de las intervenciones la mejoría continuaba en los adultos y en los niños.

Los detalles de los resultados de la intervención conjunta están por publicarse y lo que los investigadores buscan ahora son recursos para seguir durante la secundaria a los niños que se beneficiaron con el programa, y comprobar si en verdad disminuyó su probabilidad de involucrarse en situaciones de riesgo, como el crimen o el consumo de drogas.

“Nos podemos dar cuenta si los programas tuvieron efecto en la prevención de adicciones, pero solo si observamos la etapa de la vida en que surgen las adicciones. Lo ideal sería seguir a esos chicos que estuvieron expuestos a la intervención para observar si se involucran en menos situaciones de riesgo. Este tipo de seguimiento es algo que en México no existe”, explica Nancy Amador.

Rodrigo Sánchez comenta que esto ya se hace en países como Estados Unidos, donde se sigue a los individuos que reciben una intervención para saber cuántos de ellos cometen crímenes o cuántos desarrollan adicciones.

La implementación

Otro de los objetivos que tienen los institutos es llevar estos programas a nivel nacional. Las ventajas de CAPAS-MX y Huellitas es que ya se probaron y demostraron su efectividad; además de que el hecho de que se trabaje en sesiones grupales disminuye el costo de las intervenciones.

“Antes ya se han implementado programas basados en nada y que nadie mide sus resultados. Al final, tienes un programa de tiraje nacional que no sabes si tiene un impacto”, comenta Rodrigo Sánchez.

Para Nancy Amador, este es un momento álgido de su trabajo, pues algunos estudios ya han demostrado que cuando se hace un descubrimiento en el área de prevención de adicciones o de intervenciones sociales, el descubrimiento tarda entre siete y 11 años en llegar a la comunidad y durante ese tiempo habrá varias generaciones que no se van a ver beneficiadas por la intervención.

 

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