Surgen nuevas formas de superar la adversidad mediante el trabajo solidario
CIUDAD DE MÉXICO, 16 de septiembre del 2020.- El apoyo a comunidades indígenas y barrios de escasos recursos durante la emergencia sanitaria son muestra de la solidaridad y de que la sociedad busca reestructurarse, señalaron expertas de Chile y Argentina reunidas virtualmente en el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM.
Organizaciones comunitarias se han encargado de llevar alimentos y ropa a personas vulnerables para no dejarlas solas ante la pandemia, dijeron en el conversatorio “Cuidados comunitarios para afrontar el COVID: experiencias organizativas de mujeres”, organizado por el IIEc y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Virginia Vargas Valente, fundadora del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán, aseguró: “Las prácticas solidarias prefiguran lo que puede ser una vida en comunidad, ligada al territorio como espacio fundamental de conocimiento y búsqueda de un cambio de modelo, lo que lleva a uno central”.
“Reunir alimentos y conectarse de manera diferente desde la precariedad no es una caridad, sino un movimiento económico-político que trata de hacer un cambio a través de la autoorganización, autogestion y dinámicas económicas, dijo la autora de “Feminismos en América Latina”.
No obstante, reconoció, se han sumado nuevas formas de discriminación o racismo ambiental, pues muchos de los que han fallecido por la pandemia son gente humilde, de barrios vulnerables, indígenas, por lo que es necesario seguir trabajando en conjunto, aún cuando las actividades regresen a la “normalidad”.
Formas de resistir
Para Mónica Palacios, de la Universidad de Santiago de Chile (USACH), las crisis por falta de alimentos o de recursos no son recientes, pero en momentos como el actual se agudizan, y del trabajo en común surgen nuevas formas de resistir.
“En este tipo de luchas emanan las nuevas ecologías de cuidados para alcanzar el buen vivir, y vamos comprendiendo que no estamos solos, necesitamos de los otros, de la comunidad. Es una lucha solidaria que construye un presente que puede ir avanzando con la posibilidad de transformación”.
Como ejemplo de las experiencias de trabajo comunitario en Chile, Carmen Aros Pérez, de la organización Vecinos en Acción Quisco Norte, recordó que desde el inicio de la pandemia se han dado a la tarea de reunir alimentos que son repartidos entre comunidades de escasos recursos.
Consideró que esta práctica debe mantenerse a futuro, por lo que ya revisan la instalación de huertos comunitarios que les permitan producir sus propios víveres.
A su vez, Paula Peña Olivi, del Movimiento de Mujeres Joan Jara, expuso que en Chile forman parte de una red de organizaciones que ofrecen comida de lunes a domingo a 300 personas de escasos recursos, y para ello utilizan redes sociales y visitan a vecinos y mercados pidiendo aportaciones voluntarias.
Además, cuando detectan casos de violencia o personas vulneradas, les ofrecen apoyo legal y orientación. De igual manera, han comenzado con un proyecto llamado “Ruta de la leche”, donde se pide la donación de leche en polvo.
Finalmente, Estefany Ñanculef Beltrán, de la Asociación Indígena We Newen, también de esa nación, comentó que en su caso se han dado a la tarea de ir puerta por puerta para llevar los productos que más necesiten, como comida y ropa de invierno.
Consulta aquí la publicación original de la UNAM:
https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2020_775.html