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4 octubre, 2019 Comentarios desactivados en Conquista arrasó con gran parte de Tenochtitlan Ideas

Conquista arrasó con gran parte de Tenochtitlan

INAH analiza conquista de Tenochtitlan a partir de vestigios arqueológicos/Las excavaciones arqueológicas han rescatado solo 3% de las edificaciones que hubo en ese momento/Arqueólogo explica el proceso histórico durante su participación en el XXIV Simposio Román Piña Chan/FOTOS: Melitón Tapia, INAH.

CIUDAD DE MÉXICO, 4 de octubre del 2019.- El asedio, la caída y la destrucción de Tenochtitlan, sucesos vistos a través de las fuentes históricas y del trabajo arqueológico que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realiza, fueron relatados por el arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez, al participar en el XXIV Simposio Román Piña Chan.

“En esa destrucción llevada a cabo después de la Conquista, se arrasó con los templos, edificios y casas de una gran parte de la ciudad; en las excavaciones arqueológicas, si acaso, se ha rescatado solo tres por ciento de las edificaciones que hubo en ese momento”, afirmó.

Como parte de las actividades de la XXX Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia (FILAH), el encuentro académico que en esta ocasión aborda el tema “500 años de la llegada de Cortés a territorio mexicano”, fue el espacio propicio para que el responsable del Programa de Arqueología Urbana (PAU) del INAH, hiciera un breve recorrido por los citados acontecimientos, destacando los vestigios arqueológicos que aún se preservan como testimonio de dichos sucesos.

El arqueólogo, con 32 años de labor y 49 intervenciones en distintos sitios arqueológicos del país, relató que la conquista de Tenochtitlan inició el 8 de noviembre de 1519, con el encuentro entre Moctezuma y Hernán Cortés, en lo que hoy es la avenida Pino Suárez, casi esquina con República de El Salvador.

Mencionó que, posteriormente, Moctezuma hospedó a Cortés, sus huestes y aliados indígenas en lo que fueran el antiguo Palacio de Axayácatl (donde actualmente se encuentra el Nacional Monte de Piedad), lugar en el que los europeos se acuartelaron y colocaron cañones, con lo que empiezan a definir la estrategia de defensa.

Barrera narró la visita de Cortés al Templo Mayor y diferentes edificios, como el Huey Tzompantli, el juego de pelota, entre otros, a la par que analizaba cuál sería su estrategia de conquista, decidiéndose por tomar prisionero a Moctezuma, al igual que otros señores de diversas provincias aliadas a los mexicas.

El responsable del PAU continuó con el viaje de Hernán Cortés a Veracruz para combatir a Pánfilo de Narváez, enviado de Diego Velázquez, gobernador de Cuba, dejando al mando a Pedro de Alvarado, autor de la matanza de nobles y guerreros mexicas en el Recinto Sagrado, durante la fiesta de Tóxcatl.

“Hay distintas versiones del suceso, una de ellas cuenta la posible rebelión de los tenochcas, aprovechando la festividad, por lo que Alvarado decide encerrarlos, mandando grupos de soldados a las puertas del Templo Mayor, para después matarlos dentro del Recinto Sagrado de Tenochtitlan”, comentó.

El arqueólogo resaltó la reacción de los mexicas, quienes atacaron y sitiaron el Palacio de Axayácatl, en una contienda que duró varios días. Sin embargo, la guerra inicia con el regreso de Cortés de Veracruz a Tenochtitlan, lo que desembocó en la muerte de Moctezuma y de otros nobles como Itzcuauhtzin, señor de Tlatelolco.

Al dar comienzo la conflagración armada, tuvieron lugar diversos episodios, como el de la Noche Triste, “noche victoriosa dicen algunos”, en la que los españoles buscaron huir a Tlaxcala y fueron derrotados por el ejército encabezado por Cuitláhuac. Los conquistadores, tras diversos enfrentamientos en su camino, finalmente llegan a su destino, donde se reagrupan y regresan un año después para sitiar Tenochtitlan, en el asedio final.

Así, Cortés toma las principales arterias para atacar Tenochtitlan desde diversos frentes: Gonzalo de Sandoval por la calzada de Iztapalapa; Cristóbal de Olid por la de Coyoacán; Pedro de Alvarado por la de Tacuba, mientras que él avanza con 13 bergantines que construyó en esa región.

Una vez sitiada la ciudad, Hernán Cortés corta el agua dulce que venía de Chapultepec a la ciudad mexica, mientras destruía todo a su alrededor. Las enfermedades como la viruela —que trajo la gente de Pánfilo de Narváez—, el tifus, entre otras, causaron la muerte de cientos de miles de indígenas, diezmando la población, casi una décima parte murió por este factor.

De esa destrucción, quedan vestigios arqueológicos de lo que fue el Recinto Sagrado, entre ellos, el Templo Mayor y los diferentes edificios que se han ido encontrando en las excavaciones, desde inicios del siglo XX con Leopoldo Batres.

“Nosotros hemos trabajado en la zona específica del Centro Histórico de la Ciudad de México, donde hemos encontrado el Tzompantli, el juego de pelota, el Templo de Ehécatl, dios de viento, el Calmecac y diferentes basamentos prehispánicos que conformaban el lugar donde residían los dioses prehispánicos”, indicó.

La principal edificación de este espacio sagrado, el Templo Mayor, fue excavado en 1978-1982, por el profesor Eduardo Matos Moctezuma. De esta edificación se cuenta con épocas constructivas anteriores, poco queda de la ocupación que coincide con la llegada de los españoles.

El arqueólogo Barrera explicó que, frente al Templo Mayor, en la Plaza Manuel Gamio, se hicieron excavaciones entre 2009 y 2012, donde se encontraron restos de pisos y edificios, así como evidencias de esa destrucción como restos de suelos y esculturas destruidas que fueron utilizadas como relleno en esta área.

En el Centro Cultural de España, donde también se hicieron trabajos por parte del PAU, (2007-2008), se localizaron restos de los pórticos de diferentes etapas constructivas, entre otros elementos. También se hallaron fragmentos de esculturas como las de Mictlantecuhtli, señor del inframundo, y de Xiuhtecuhtli, señor de la turquesa.

“Al hallarlas encontramos claras evidencias de que intentaron destruirlas en el periodo virreinal temprano, poco después de la Conquista, pero los mismos indígenas las enterraron, tratando de proteger a sus dioses”, aseguró Raúl Barrera.

Entre otras estructuras prehispánicas, el arqueólogo del INAH destacó el hallazgo, en 2017, de los restos del Templo de Ehécatl, frente a Templo Mayor, del que dijo, se desconocía su ubicación exacta; si bien se sabía de otro, dedicado a la misma deidad, que estaba en la parte que hoy ocupa la Catedral Metropolitana, éste es el que mencionan las fuentes históricas y que estaba alineado con el adoratorio de Tláloc, dios de la lluvia.

Asimismo, mencionó los vestigios del juego de pelota (en la calle Guatemala 16), localizados en 2014, del que se rescató una sección que cuenta con escalinata y plataforma, además de restos de muros del periodo virreinal temprano.

Resaltó el hallazgo, en 2017 (en la calle de Argentina 24), de una sección del Huey Tzompantli, descrito en las crónicas de los conquistadores, en la que se aprecian los orificios donde se plantaban los postes que formaban la palizada.

“Lo que nos llamó la atención es haber encontrado un muro-torre circular hecho de cráneos humanos, que fueron unidos con cal y arcilla. Se trata de restos de sacrificados en honor al dios de la guerra, los cuales fueron exhibidos en la empalizada, posteriormente fueron bajados y colocados en la torre”, detalló.

Finalmente, el arqueólogo Barrera mostró una imagen hipotética sobre los edificios que integraban el Recinto Sagrado, a partir de los hallazgos registrados, se trata del Templo Mayor, el Cuauhxicalco —al pie del mismo edificio—, el juego de pelota y el Templo de Ehécatl.

 

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