Zona de Reflexión/CIMACFoto: Sonia Gerth
Por Lucía Lagunes Huerta*/Cimacnoticias
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de julio del 2018.- La euforia que tiene la población mexicana es más allá del triunfo de un candidato, es porque su voto fue respetado, contado y las instituciones creadas para ello, funcionaron. La euforia es por sentir que la apuesta a la democracia hoy da frutos. Es por saber que este triunfo es nuestro.
En 1988, la historia de la política mexicana dio un vuelco que no tenía retorno. La sociedad lo entendió, pero el priismo no. El poder absoluto se resquebrajó, no más partido único, no más elecciones de Estado.
En síntesis, lo que se demandaba entonces era “la emergencia de un sistema de partidos competitivo, un cambio en la correlación de fuerzas entre las opciones políticas y la mayor vigilancia de la sociedad civil de los procesos electorales”, explica la socióloga Irma Campuzano Montoya.
La creación del Frente Democrático Nacional fue la apuesta de la confluencia de todas las expresiones políticas que apostaban por la democracia y una transición pacífica. Desde la escisión del ala democrática del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Ifigenia Martínez, Andrés Manuel López Obrador, entre otros, hasta una de las expresiones del trotskismo mexicano liderado por el historiador y politólogo Adolfo Gilly.
En 1988, el fraude tecnológico se estrenó como la expresión de la nueva era. La caída del sistema impidió tener resultados inmediatos y confiables, un instituto electoral a la orden del gobierno priista dio el triunfo ilegítimo a Carlos Salinas de Gortari.
En 2018, los votos contaron, el sistema que se cayó fue el autoritario y ganó la democracia. Ésa es la euforia que está en el ambiente, la que sacó el domingo en la noche a la ciudadanía a las calles a festejar que “sí se pudo”, que el voto mayoritario era respetado. El triunfo es de la sociedad mexicana, es nuestro, de mujeres y hombres.
Cómo olvidar esa imagen de Cárdenas, Rosario Ibarra de Piedra y Manuel J. Clouthier, acudiendo a Gobernación para rechazar la caída del sistema que anunciaba el fraude. Desde entonces la ciudadanía construyó el camino del triunfo del pasado domingo 2 de julio.
Los resultados están escribiendo un nuevo capítulo en la historia de México, la paridad equilibró de manera justa la presencia de las mujeres en los congresos y en el gabinete.
No sin nosotras, ha sido la exigencia que desde el movimiento feminista se ha impulsado. Sin las mujeres la democracia no avanza, no sólo en la presencia numérica sino en la construcción de país.
En 1996, las feministas crearon la Asamblea Nacional de Mujeres, espacio plural con dos ejes fundamentales: un Acuerdo Nacional de Mujeres para la Transición hacia la democracia y que la Reforma del Estado incluyera las propuestas de las mujeres.
Entonces ellas afirmaban “Nuestro futuro será diferente y promisorio si éste se construye tomando en cuenta la diversidad, la pluralidad, la diferencia y las necesidades de cada una de las personas que pueblan el país y que son base y el fundamento de un Estado de Derecho.”
Y así lo hicieron. Construyeron nuevos marcos legales, instituciones, centros de estudios, conocimiento y movimiento.
Muchas de ellas, de las de entonces y las de ahora, se sumaron a la construcción de los partidos que surgieron en 1988; muchas crearon las “Adelitas” en 2008, acompañaron a Andrés Manuel López Obrador en la resistencia civil pacífica, movimiento femenino encabezado por Claudia Sheinbaum, hoy gobernadora electa de la Ciudad de México.
A las mujeres les interesa la política por supuesto, “porque ella nos permitirá construir este nuevo país con toda la sociedad. Porque nuestros asuntos son asuntos de la nación” así lo manifestaban en 1996 y hoy sigue vigente.
La agenda del nuevo gobierno que emana de esta historia y que se concretó el 1 de julio debe incluir a toda la sociedad, desde el discurso hasta en la visión de país. Las mujeres deben ser nombradas y sus demandas priorizadas en un acto de justicia y en un reconocimiento por su aporte a la construcción democrática de México.
Sí, el triunfo es nuestro, de toda la sociedad, como nuestra es la responsabilidad de seguir impulsando y vigilando el cambio que hemos construido entre todas y todos.
*Periodista y feminista, directora general de CIMAC.
Twitter: @lagunes28