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26 junio, 2020 Comentarios desactivados en Monsiváis, el intelectual “ajonjolí de todos los moles” Ideas

Monsiváis, el intelectual “ajonjolí de todos los moles”

Vía remota, las historiadoras Esther Acevedo y Lilia Venegas compartieron una serie de “instantáneas vitales” del cronista/Cada retrato, revela la complicidad que sostuvo con la “crema” de la intelectualidad, los íconos de la cultura popular, los luchadores sociales y la gente del común.

CIUDAD DE MÉXICO, 26 de junio del 2020.- Por encima del personaje mediático, Carlos Monsiváis era el intelectual público por antonomasia, como reza el dicho: “ajonjolí de todos los moles”; ese halo de omnipresencia nacía de su enorme interés por la historia, aquella que se forma con los hechos cotidianos. Su álbum fotográfico da cuenta de esa voracidad por ser testigo y, voluntariamente, protagonista.

Con motivo del homenaje por el décimo aniversario luctuoso del escritor, organizado por el Gobierno de México, a través de instancias como la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), las historiadoras Esther Acevedo y Lilia Venegas compartieron —vía remota— una serie de “instantáneas vitales”, con la cual fueron trazando un “plano americano” de Monsiváis, quien también fue investigador de la institución.

Dentro de la campaña “Contigo en la Distancia” y a través del canal de INAH TV en YouTube, ambas investigadoras de la Dirección de Estudios Históricos (DEH) hojearon parte de la vida privada y pública del cronista. Uno a uno, fueron apareciendo sus retratos con la “crema” de la intelectualidad mexicana, sus colegas investigadores, los íconos de la cultura popular, los luchadores sociales y la gente del común.

La doctora Acevedo y la maestra Venegas tuvieron la fortuna de ser partícipes del Taller del Libro, el cual dirigió Monsiváis durante sus últimos siete años en la DEH. Etapa que no puede soslayar el Seminario de la Cultura Nacional, fundado por él en los años 70 y 80, en este mismo centro de estudios, junto con José Emilio Pacheco, José Joaquín Blanco, Héctor Aguilar Camín, Adolfo Castañón y jóvenes historiadores como Emma Yanes y Antonio Saborit.

Venegas mostró algunas de las fotos más antiguas, entre ellas, la de un niño a la orilla de un lago con un par de perros, y al reverso una nota: Mamá. Tú me dijiste que no perdiera el tiempo con gatos, seguí tu consejo, puedes verlo en la foto. Tu hijo, Carlos. Ahora sabemos que el autor de Los rituales del caos y No sin nosotros era ailurofilo desde pequeño, y prefirió seguir perdiendo el tiempo con los felinos.

En una imagen de juventud asaltan sus otras pasiones: sostiene un acetato en la mano, mientras en la alfombra descansan una taza de café y un cuaderno de notas.

Sin embargo, anotó Venegas, son fotos de cartera las que revelan que hubo un Carlos Monsiváis antes y después de 1968: “Él insistía mucho en que la juventud mexicana fue otra después de ese año; eso lo vemos en estos retratos, un muchacho de semblante adusto, vestido de saco y corbata, que después aparece con chamarra, camisa un poco desabotonada y algo despeinado”.

Tras su involucramiento en el movimiento estudiantil, una fama que comenzaba a subir gracias a sus crónicas, una autobiografía y su primer libro publicado, Días de guardar, a inicios de los años 70, Monsiváis se trasladó a Essex, Inglaterra, donde se empaparía de los llamados estudios culturales en boga y a los que daría carta de naturalización en México.

Por su parte, Acevedo hizo hincapié en que antes y posterior a esa experiencia, Monsiváis ya tenía un lugar dentro de la “mafia” intelectual, como lo deja ver la famosa foto fechada en 1965, donde aparece en La Ópera, en compañía de Carlos Fuentes, Fernando Benítez y José Luis Cuevas. U otra más junto a José Emilio Pacheco y Gabriel García Márquez; incluso, una en solitario con Jorge Luis Borges.

En su opinión, cada una de esas instantáneas aporta información sobre las complicidades y las redes entre los literatos mexicanos. Detrás de esos grupos está la creación de suplementos culturales en diarios y revistas; de proyectos cinematográficos como En este pueblo no hay ladrones (adaptación de un cuento corto de García Márquez y con la actuación de Monsiváis), una “mafia” nacional con incidencia en el ámbito internacional.

En más de 50 años de trabajo periodístico y literario, Monsiváis creó su propia galaxia donde “alta cultura” y cultura popular confluían, así lo manifestó la maestra Lilia Venegas, y las imágenes no la dejan mentir, en ellas aparece con María Félix, Silvia Lemus y Margo Su (fundadora y propietaria del Teatro Blanquita); con las chicas del grupo Flans y Yolanda Montes “Tongolele”, con el conductor  Raúl Velasco y el cronista Salvador Novo, con Gabriel Vargas o con Juan Gabriel, “El divo de Juárez”.

Su aportación a la libertad intelectual fue tan relevante, como precisa su memoria privilegiada y su ánimo lúdico; en ese sentido, las especialistas de la DEH destacaron su constante activismo en pro de las causas más diversas, desde la antitauromaquia hasta el apoyo al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, luchas en las que tenía coincidencia con otro personaje rebelde, Francisco Toledo, de ahí que el caricaturista “El Fisgón” los llamara “Dos tipos de cuidado”.

Lilia Venegas concluyó que dentro de sus múltiples facetas, desde el INAH, “Carlos Monsiváis logró traer lo popular, lo marginal y las causas más importantes al seno de la academia; abrió rumbos inéditos de conocer y acercarse a la historia, fuera a través del estudio del cine, de la caricatura, del género, produciendo una obra tan vasta como profunda”.

 

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