No hay síntomas de una crisis, dice el experto de la UNAM, Moritz Alberto Cruz/El especialista Roberto Valencia comenta que se ha hablado del “nerviosismo” de inversionistas y de mercados financieros, pero eso es distinto a lo que ocurre.
CIUDAD DE MÉXICO, 19 de junio del 2024.- La depreciación del peso frente al dólar registrada en los últimos días es menor y no debe preocupar a la sociedad. En definitiva, no hay algún signo de alarma, señalaron expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Por ello, lo que podemos hacer es mantener la calma, estar tranquilos y no hacer eco de las noticias alarmistas, afirmó el académico del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), Moritz Alberto Cruz Blanco.
Hay que esperar con tranquilidad las variaciones que vamos a ver de manera natural. “La preocupación es de quienes piensan que se verán afectados negativamente, es decir, quienes tienen activos financieros”, aclaró.
El experto consideró que estos niveles del tipo de cambio no tienen mayor impacto en el “ciudadano de a pie”, en sus compras o actividades financieras diarias, ya que aun cuando han sido en corto plazo, son pequeños; el salto de 16 a 18 pesos por dólar no es “dramático”. En consecuencia, descartó que haya un traspaso a los precios. Es decir, no habría mayor inflación.
La alarma se encendería, abundó el profesor de la Facultad de Economía (FE) y tutor de posgrado, Roberto Valencia Arriaga, si la situación se mantuviera por más tiempo, pero “sin duda alguna, el Banco de México no lo permitiría. En aras de alcanzar su mandato de mantener la inflación en su meta, seguramente tomaría acciones para evitar que eso pase”. De ese modo, difícilmente vamos a ver en el corto plazo ese efecto.
Se ha hablado del “nerviosismo” de los inversionistas y de los mercados financieros, pero eso es distinto a lo que está ocurriendo en la realidad; si en verdad lo estuvieran, se hubieran ido, estimó el universitario.
Lo que parece estar detrás es más bien una oportunidad de obtener un buen rendimiento debido al entorno. En diciembre de 1994, recordó el especialista, la depreciación en un período similar de dos semanas llegó a alcanzar casi 60 por ciento; en ese momento sí estaban intranquilos los mercados y hubo una salida de capitales marcada, que dejó un tipo de cambio débil.
En la crisis de 2008, la depreciación fue de 18.03 por ciento; la actual, de poco más de ocho por ciento, no tiene nada que ver con lo ocurrido en esos dos periodos donde hubo pánico, sostuvo Valencia Arriaga.
Después de que la gobernadora del banco central, Victoria Rodríguez Ceja, declaró que se podría intervenir si continuaba la volatilidad, los mercados se calmaron, se estabilizaron.
Si el tipo de cambio tuviera una volatilidad mayor a dos por ciento podría ofertar más dólares. Es decir, haría uso de las reservas, inyectando divisas en el mercado y esto frenaría una posible depreciación.
Esa sería una de las medidas más eficientes en el corto plazo. Y si esto fuera un efecto persistente, una más drástica, precisó Valencia Arriaga, sería subir la tasa de interés para hacer más atractivas las inversiones en nuestro país y, por último, influir en las expectativas, o sea, con la información que brinde Banxico al mercado, dar confianza de que la autoridad monetaria está monitoreando lo que pasa con el tipo de cambio.
Además, hay que recordar -añadió Moritz Alberto Cruz- que esta situación tiene implicaciones positivas o negativas para grupos y sectores de la población. Por ejemplo, si está barato el dólar, se quejan los exportadores y quienes reciben remesas, aunque eso generalmente implica menor inflación, lo cual beneficia a la sociedad. Además, en México se importan muchos productos y cuando el peso está apreciado, cuesta menos comprar esos bienes, por mencionar otro caso.
El investigador del IIEC agregó que también se han tomado medidas precautorias, como el pago anticipado de deuda que llevó a cabo hace poco la Secretaría de Hacienda, con lo cual se demostró a los mercados que hay liquidez para pagar los compromisos en moneda extranjera y que no habría riesgos de ningún tipo. Así se aligera la carga de los pagos en el futuro, pero al mismo tiempo, se manda el mensaje de que hay recursos para hacer frente a las contingencias cambiarias.
No hay síntomas de una crisis; nada ha cambiado en la parte real, ni en los indicadores macro de la economía, todo eso se mantiene como estaba antes de las elecciones del dos de junio y siguen los pronósticos positivos de crecimiento y de estabilidad macroeconómica, apuntó.
En lo que va del sexenio, encontramos el promedio del tipo de cambio en 19.55 pesos, o sea, ahora estamos todavía por debajo; y si la moneda nacional se deprecia un poco más, no forzosamente tiene que resultar en un efecto nocivo para la economía, precisó.