Por Daniel Sánchez
¿A quién tengo que pedir perdón?
¿Por qué tengo que pedir perdón?
¿Por ser de izquierda y seguir pensando desde el corazón?
¿Por ser congruente?
¿Por ser consecuente?
Que lo hagan los pusilánimes
Que se hincaron a la primera provocación
A los sátrapas en el poder, no tengo que pedir perdón
Ni a los arribistas, que apenas llegaron a sus aposentos burocráticos, se olvidaron de los principios
Ni a los marxistas de doble cara, sí esos, los grandes teóricos de la irrealidad, pero los más grandes serviles desde las curules del Congreso
Ni a los neomorenistas, ahora defensores cuatroteístas
Ni a los chamanes disfrazados de funcionarios
Ni a los burócratas tetratransformados en xmenes
No, a esos no, a nadie
Mucho menos a los rasputines guaranduchescos
He sobrevivido a los insufribles y rapaces prianistas
A Curi, el violento
A Jorge Carlos, el perverso
A “Purux”, el indecente
A “Alito”, el sociópata
A Aysa, el policía chino
Sobreviviré a “La Negra” Sansores
La que se cree “insurrecta”
Y a sus venenosas rémoras
Aunque quieran cortarme las alas
Y hagan todo por desterrarme
Soy campechano
Escogí vivir en estas tierras
Criar a mis hijos aquí
No me voy a ir
Ni por más que quieren asfixiarme, vituperarme, amenazar de muerte, eliminarme
Aquí estaré el día en que se les termine la última gota de poder
Y vuelvan a los terrenos del olvido
De donde nunca debieron salir
De donde nunca debimos rescatarlos
Quizás de eso si tenga que pedir perdón
P.D. Ah, y para ti, Layda, para tus rasputines guaranduchescos, para tus secuaces: