“Nacer en pobreza, en una zona rural aislada, ser mujer, ser indígena o tener un tono de piel más oscuro limita las posibilidades de movilidad social”. Esto se agrava si se nace en el sur del país (Campeche incluido), advierte el CEEY en su Informe sobre Movilidad Social en México 2019.
Por Daniel Sánchez
CAMPECHE, Cam. 24 de mayo del 2019.- “Nacer en pobreza, en una zona rural aislada, ser mujer, ser indígena o tener tono de piel más oscuro limita las posibilidades de movilidad social ascendente de las personas” y a esto “hay que sumar que las opciones de movilidad social son muy desiguales entre las distintas regiones del país”, tanto que vivir en el sur condena al 86 por ciento de quienes nacieron en la pobreza a no ascender en la escala social.
Estos son parte de los resultados del Informe Movilidad Social en México 2019. Hacia la igualdad regional de oportunidades, del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), que concluyó que “la movilidad social en México aún es baja. La ESRU-EMOVI 2017 indica que la falta de movilidad social, en gran medida, se puede atribuir a la desigualdad de oportunidades. El origen de cuna marca, en buena medida, el destino de las personas”.
El CEEY precisó que “la ESRU-EMOVI 2017 es representativa de hombres y mujeres entre 25 y 64 años a nivel nacional, para la Ciudad de México y cinco grandes regiones: la región norte incluye a Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas; el norte-occidente comprende a Baja California Sur, Sinaloa, Nayarit, Durango y Zacatecas; el centro-norte considera a Jalisco, Aguascalientes, Colima, Michoacán y San Luis Potosí; el centro lo conforman Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Estado de México, Ciudad de México, Morelos, Tlaxcala y Puebla; y el sur incluye a Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo”.
Una de las primeras conclusiones del Informe Movilidad Social en México 2019, del CEEY, es la de que “el patrón de movilidad social en los diferentes territorios de México es contrastante, y en el caso del sur, resulta dramático”, y señala que “se confirma una obligación para el Estado mexicano: antes de buscar establecer mecanismos para distribuir las oportunidades de manera igualitaria, hay que generarlas, ya que en regiones como el sur del país, éstas ni siquiera existen”.
“En cuanto a la ruta a seguir, por primera vez en los informes sobre movilidad social del CEEY, se realizan estimaciones para identificar el peso de las circunstancias de origen en el tamaño —de por sí grande en México— de la desigualdad de oportunidades. De esta manera, es posible identificar que, ante la ausencia de mecanismos de redistribución efectivos, los mexicanos con mayores desventajas de origen se enfrentan a situaciones de adversidad tal, que difícilmente alcanzarán condiciones de vida dignas”, expresó.
“México se encuentra en una coyuntura histórica crucial para su viabilidad futura. El reto que enfrentamos es el de establecer las bases para un nuevo contrato social que reconozca a la igualdad de oportunidades como un mecanismo clave para incrementar, de manera simultánea, el potencial de crecimiento económico y mejorar la distribución de sus ganancias; no más, pero tampoco menos”, puntualizó.
Reveló que “un dato que prácticamente no ha cambiado desde que levantamos la Encuesta ESRU de Movilidad Social en México (ESRU-EMOVI) por primera vez, hace más de 10 años: al menos siete de cada 10 mexicanos que nacen en el peldaño más bajo de la escalera socioeconómica del país, no logran superar la condición de pobreza durante su vida”.
“En otras palabras, la ausencia de un piso parejo de arranque y avance en la vida para todos los mexicanos hace que, en nuestro país, la pobreza se herede”, indicó.
“Esforzarse y no progresar; tener talento y no poder explotarlo; estar determinado por el origen y no por el mérito. El que una persona no alcance a cumplir con su potencial por razones externas no es nada menos que una tragedia. La falta de movilidad social no solo es una calamidad individual: la sociedad en su conjunto también sufre al desaprovechar valiosos recursos humanos. ¿Cuántos mexicanos no están alcanzando su potencial? ¿Cuánto talento se está desperdiciando?”, cuestionó.
“Los resultados que se presentan en este Informe de Movilidad Social en México 2019: Hacia la igualdad regional de oportunidades presentan claroscuros por demás notorios. La movilidad social nacional aún es baja para el segmento más pobre, lo que se acentúa en la región sur del país. Sin embargo, en el norte encontramos una mucho mayor fluidez. Un mexicano que nace en un hogar muy pobre en el norte tiene alrededor de 3.5 veces más posibilidades de salir de la pobreza que uno que nace en la misma situación en el sur”, comparó.
“Todavía queda mucho por hacer para detonar la movilidad social en México”, aseveró.
Insistió en que “en México, el origen de las personas pesa de manera significativa sobre sus opciones de movilidad social. Esta situación se debe a la desigualdad de oportunidades imperante en el país. El incremento de la movilidad social y el bienestar de la población en México solo será posible, si se adoptan políticas públicas que promuevan la igualdad de oportunidades”.
“La justicia, la cohesión social y el crecimiento económico incluyente pasan por la construcción de políticas sociales, económicas y de bienestar que brindan oportunidades a las personas para que sus esfuerzos sean recompensados, independientemente de en qué familia nacieron, de su sexo o de la región del país a la que pertenecen”, destacó.
Injusta desigualdad de oportunidades
En el resumen de hallazgos, el Informe expuso que “la desigualdad de oportunidades es injusta y tiene consecuencias negativas para toda la sociedad. Con altos niveles de pobreza y desigualdad como los que existen en México, una sociedad sin igualdad de oportunidades se polariza”.
“Como resultado, sin igualdad de oportunidades no importa cuán grandes sean los esfuerzos de quienes nacen en situaciones de mayor desventaja, sus posibilidades de mejora serán limitadas”, advirtió.
“En cambio, con igualdad de oportunidades hay mayor movilidad social, lo cual se traduce en mayor desarrollo y beneficios para todos, tanto de la generación actual como de las futuras. Cuando el conjunto de resultados de vida de las personas es fruto del esfuerzo y no de las condiciones de origen, la sociedad se hace más justa y cohesionada, además de que detona un mayor potencial de crecimiento económico”, abundó.
Afirmó que “en particular, el sur es el territorio con menores posibilidades de movilidad social ascendente. En esta región, las opciones de ascender, a partir de la parte baja de la escalera social, son mucho menores que en las regiones del norte”.
“Además, cabe resaltar que en la región centro —que es la siguiente con menores posibilidades de ascenso para los que nacen en la parte más baja de la distribución— el entrampamiento en dicha posición es significativamente menor que en la región sur”, añadió.
“En el sur, las opciones de ascender, desde la parte baja de la escalera social, son mucho menores que en las regiones del norte: 67 de cada 100 que nacen en la base de la escalera social en el sur se quedan ahí, en comparación con menos de la mitad de esta cifra en las regiones del norte: alrededor de 25 de cada 100 en las regiones norte y norte-occidente. Ahora, en el sur del país, al menos 45 por ciento de la desigualdad de económica es producto de la desigualdad de oportunidades. En cambio, en las regiones norte y norte-occidente esta proporción es alrededor del 30 por ciento”, mencionó.
“Con respecto a la riqueza, el color de piel es determinante: los mexicanos de tono más oscuro experimentan menor movilidad ascendente y mayor movilidad descendente respecto de quienes tienen un tono de piel más claro. En este sentido, cuando se analiza la importancia de las circunstancias de origen en la conformación de la desigualdad de oportunidades, llama la atención que en la región norte, que es una de las de menor desigualdad de oportunidades, el tono de piel pese más del doble que en cualquier otra región”, resaltó.
Comentó que “si se considera a la población que se encuentra en pobreza (grupos socioeconómicos 1 y 2), 54 de cada 100 personas que nacen en la base de la escalera social no superan dicha línea en la región norte, mientras que 86 de cada 100 personas están en dicha situación en el sur”.
“Ahora bien, la población que logra experimentar movilidad social ascendente de largo alcance también varía entre estas regiones: en el norte 8 por ciento de la población que parte de la base de la escalera social llega al grupo socioeconómico más alto, mientras que en el sur este porcentaje es cuatro veces menor, con solo 2 por ciento”, especificó.
“Los resultados en cuanto al estatus socioeconómico en su conjunto arriba descritos, así como para las tres ramas que se analizan en el resto del capítulo (educación, ocupación y riqueza), arrojan un patrón de movilidad social regional que coloca a la región sur del país en una situación significativamente desventajosa de la del resto de las regiones”, citó.
“La comparación norte-sur refleja realidades completamente opuestas. Por un lado, al menos en lo que se refiere a la persistencia en la parte baja de la escalera social, la región norte del país presenta resultados que podrían compararse con los observados en las economías más desarrolladas en el mundo. En cambio, lo observado en la región sur representa una situación en la que las posibilidades de ascenso social resultan prácticamente nulas”, estableció.
“Para entender dicho patrón, es preciso comprender la estructura de oportunidades de cada región. Esta estructura, que es la que determina las opciones de movilidad social de las personas, también es muy desigual entre las regiones del país. En ese caso, el sur presenta niveles de desigualdad de oportunidades radicalmente opuestos a los observados en las regiones del norte”, subrayó.
“También cabe destacar que la desigualdad de oportunidades del sur resulta prácticamente igual de elevada que en la región centro. Al tomar en cuenta que en esta última se encuentra la Ciudad de México, en donde hay la mayor disponibilidad de servicios y concentración de recursos de todo el país, se puede interpretar que, además de la estructura en la distribución de oportunidades, importa la calidad y nivel de éstas. En todo caso, de poco sirve contar con una distribución de oportunidades hasta cierto punto pareja, si estas no se pueden aprovechar”, señaló.
“En resumen, los resultados de movilidad social regional en su conjunto que se han descrito y que se presentan en el resto del capítulo en cuanto a educación, ocupación y riqueza, establecen un triple reto para el país. El primero tiene que ver con la necesidad de generar oportunidades de desarrollo en la región sur de México. El segundo tiene que ver con la necesidad de que dichas oportunidades se encuentren al alcance de toda la población originaria de esta parte del país. Y finalmente, una vez logrados los dos puntos anteriores, el reto se encuentra en amplificar más que proporcionalmente la realización de dichas oportunidades. Así, se busca que el sur logre al menos converger a una situación de movilidad social similar a la que se observa en las regiones del norte, que son las que presentan los mejores resultados. Nada de lo anterior se logrará sin una visión y una acción integradas del país”, recomendó.
El color de piel como factor de movilidad
En el apartado Contrastes de la movilidad social por color de piel, según región: Norte frente a sur, el CEEY informó que “de acuerdo con la información sobre color de piel auto-reportado de la ESRU-EMOVI 2017, en México la población con los tonos más claros de piel se encuentra concentrada en el norte y centro del país, mientras que la población de tonos más oscuros se concentra en la región sur”.
“En otros países, las personas con tono de piel más oscuro alcanzan sistemáticamente menores niveles educativos y son más propensas a reportar discriminación. En México también se observa esto. Según el lugar de residencia, en las zonas urbanas las personas con tonos de piel más claros alcanzan mayores logros educativos, mejores salarios y alcanzan posiciones más altas en la distribución del bienestar.
“Además, las mujeres de tonos de piel más oscuros tienen menos posibilidades de conseguir un empleo; y entre las adolescentes que estudian la educación media superior se reducen las expectativas de alcanzar mayores logros en su vida (Arceo y Campos 2014, Campos y Medina 2018).
“El color de piel resulta importante para diferenciar opciones de movilidad social: los mexicanos de tono más oscuro experimentan menor movilidad ascendente y mayor movilidad descendente respecto de quienes tienen un tono de piel más claro (Monroy-Gómez-Franco, Vélez y Yalonetzky 2018).
“La población de todos los tonos de piel tiene menor movilidad ascendente en el sur que en el norte del país, pero en ambas regiones la movilidad ascendente es mayor entre las personas de piel clara. En el sur los contrastes entre la movilidad de las personas con piel clara y las de piel oscura son menores mientras que, en el norte, las personas de piel clara experimentan mucha más movilidad social ascendente que el resto de la población.
“Respecto de sus oportunidades, llama la atención que cuando se analiza la importancia de las circunstancias de origen, en la región norte que es una de las regiones de menor desigualdad de oportunidades, el tono de piel pesa más del doble que en cualquier otra región del país. Lo anterior podría explicarse por la pérdida de peso de otras circunstancias de origen que en promedio pesan más a nivel nacional. Como lo es la riqueza de los hogares de origen de las personas.
Resultados nacionales
El documento del Centro de Estudios Espinosa Yglesias detalló que entre los resultados de movilidad social obtenidos del análisis de la ESRU-EMOVI 2017, a nivel nacional, resalta lo siguiente: Estatus socioeconómico. 74 de cada 100 mexicanos que nacen en la base de la escalera social, no logran superar la condición de pobreza.
“Educación. La movilidad educativa ascendente desde la base de la distribución, aunque es alta, resulta limitada: los hijos de los padres con los mayores niveles de educación alcanzan la formación profesional a una tasa 12 veces mayor que los hijos de los padres sin escolaridad.
“Ocupación. Solo 3 por ciento de los hijos de padres con ocupaciones agrícolas alcanzan el nivel ocupacional más alto, mientras que quienes tuvieron padres con ocupaciones no manuales de alta calificación (como las directivas o las que requieren de estudios profesionales) presentan una probabilidad 10 veces mayor de lograrlo (34 por ciento).
“Riqueza. La persistencia en los extremos de la distribución económica es alta: 47 por ciento de los hijos de padres con orígenes más desaventajados permanecen en esa posición en su vida adulta, mientras que, en el extremo opuesto, 54 por ciento de los hijos se mantendrán ahí.
“En lo que se refiere a cuestiones de género, se observan diferencias significativas: Mujeres y hombres. Los resultados muestran que las ventajas o logros que alcanzan las mujeres son más limitados que los de los hombres con condiciones de origen equivalentes, y se agudiza cuando parten de posiciones menos favorables. Si una mujer nació en condiciones de pobreza, tendrá menos probabilidades que un hombre de escapar de ésta. Asimismo, si sus padres tienen bajos niveles educativos, tendrá más probabilidades de quedarse con baja educación que un hombre.
“Tono de piel. Se observa que los mexicanos de tono más oscuro experimentan menor movilidad ascendente y mayor movilidad descendente respecto a quienes reportan un tono de piel más claro.
“En cuanto al análisis regional destaca la heterogeneidad observada: Persistencia de la pobreza ante la baja movilidad social. 86 de cada 100 mexicanos nacidos en los hogares más pobres en la región sur, no logran superar la condición de pobreza. En cambio, en la región norte del país, esta cifra, aunque alta, resulta significativamente menor: 54 de cada 100.
“El alcance de la movilidad social ascendente. Las opciones de escalar, a partir de la parte más baja hasta la más alta de la escalera social, son bajas en general, pero significativamente distintas entre regiones: en el norte, 8 por ciento de la población que parte de la base de la escalera social llega al escalón más alto, mientras que en el sur, este porcentaje es cuatro veces menor, con solo 2 por ciento.
“Sobre los mecanismos detrás de la baja movilidad social observada se encuentra que la desigualdad de oportunidades juega un papel importante. En este sentido, los resultados muestran lo siguiente: Nacional. La contribución de la desigualdad de oportunidades sobre la desigualdad económica es de al menos 48 por ciento. En cuanto a las circunstancias que determinan dicha desigualdad, resaltan las familiares de origen, pero también se identifica un peso significativo de las condiciones territoriales. En particular, la riqueza de los hogares de origen aporta casi la mitad del peso de la desigualdad de oportunidades en la desigualdad económica.
“Regional. Existe una heterogeneidad importante en el peso de la desigualdad de oportunidad sobre la desigualdad económica. En las regiones sur y centro, la desigualdad de oportunidad representa 45-46 por ciento de la desigualdad económica. En cambio, en las regiones del norte, esta proporción se mueve alrededor del 30 por ciento.
Consulta aquí el Informe completo:
https://ceey.org.mx/wp-content/uploads/2019/05/Informe-Movilidad-Social-en-M%C3%A9xico-2019..pdf