Por Héctor Malavé
La principal tarea de las bases populares de Morena es impulsar la candidatura de Layda Sansores San Román al gobierno de Campeche en 2021
El PRI y sus corrientes políticas internas, conocidas como la oligarquía Intramuros, que involucran a partidos satélites, no le perdonarán a MORENA haberle quitado espacios políticos clave en la cámara alta, la cámara baja, el congreso local y alcaldías.

Pese a todo, la “élite local” no está muerta y usará dos procedimientos con el fin de sepultar el contenido programático de reformas sociales que impulsa el proyecto alternativo de nación: primero infiltrarla y luego, confrontarla abiertamente, aprovechando una supuesta debilidad interna.
De ser posible, construirán una estructura paralela para cercar a MORENA y apagar la posibilidad de una verdadera transformación social en los once municipios. Buscarán espacios, delegaciones, incluso de ser posible, serán hasta piadosos desinteresados. “Cuidaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (Mateo 7: 15). No quieren trabajo, no se han redimido, ni siquiera buscarán cargos políticos, lo que quieren es destruir el obradorismo: pero ¡No pasarán!
Porque la fuerza política no se encuentra en los representantes de MORENA, ni siquiera en los poderes económicos locales, el poder se encuentra en las bases participantes que no tienen más carteras que la de ser obradoristas y militantes conscientes de izquierda. Por lo que serán los militantes los que seguramente plantarán cara a los oportunistas más recalcitrantes que intentarán destruir lo que ha constado mantener y levantar por veinte años. (1997-2018).
Vivimos en tiempos inéditos y revolucionarios, la base de morena tiene dos armas que muchos a veces olvidan: el coraje para decir la verdad y los medios masivos para ganar la hegemonía en la lucha ideológica contra la falta de sentido común y el “macizo ideológico” que lo sostiene. Decirse de izquierda es la mejor arma para frenar “el gran oportunismo” de un régimen autoritario y sus agentes infiltrados en la izquierda que se niega a perecer y perder sus privilegios.
La izquierda tiene una agenda inconclusa que inició en la lucha de 1997 contra el PRI de José Antonio González Curi: esta es una reforma de estado que impulsé un proyecto de una democracia radical incluyente que liberé las fuerzas económicas y sociales detenidas por casi 90 años. Sin embargo, la corrupción institucional y la vieja cultura política impiden una transformación de fondo, por eso hay que luchar porque no caerá rezando.

La izquierda no debe estar pensando en crecer individualmente, en hacerse de un feudo político, en aspirar a un cargo político, ni siquiera en el privilegio de los aplausos de simpatías sean falsas o ciertas, eso vendrá después, primero debe organizarse para acelerar la caída del viejo régimen, la cultura política de la prebenda, y cerrar la puerta del arca.
Es una mentira oficial que el laydismo sea una continuación del sansorismo, más bien es una ruptura que inició en 1994 cuando Layda Sansores votó en contra de las reformas neoliberales.

Por eso, el 2021 no puede ser el año en que la derecha se corone en Campeche. Las bases y la estructura política de MORENA tienen que evitar que el PAN y el próximo alcalde de Campeche, Eliseo Montufar, se convierta en el actual gobernador, pero al mismo tiempo tiene rechazar con valentía que las corrientes del PRI, la del represor de maestros Fernando Ortega Bernés y de Alejandro Moreno Cárdenas se disputen lo que es del pueblo, no debemos estar sentados a esperar a que revienten por dentro el instrumento social de las reformas sociales.

Para lograrlo, no hay más camino que generar las condiciones objetivas y subjetivas que soporten la candidatura de Layda Sansores San Román al gobierno del estado de Campeche, con el apoyo del presidente de México Andrés Manuel López Obrador y la estructura social de MORENA. Es la única vía posible y real de impulsar cambios democráticos, no hay otra vía, no la hay