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28 octubre, 2017 Comments (2,525) Campeche

Aníbal Egea, el alter ego y mal consejero de Vicente Quirarte

En el homenaje de la Universidad Autónoma de Campeche al escritor y académico de la UNAM, fungió como “moderador inmerecido” el doctor Manuel R. Gantús Castro, quien disertó sobre el fantasmal personaje colombiano, admirador de Arthur Rimbaud.

Por Daniel Sánchez

CAMPECHE, Cam. 28 de octubre del 2017.- Al fungir como mantenedor del Homenaje de la Universidad Autónoma de Campeche al escritor Vicente Quirarte, Manuel R. Gantús Castro reveló a Aníbal Egea, escritor colombiano, como el alter ego y mal consejero del también académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Aníbal Egea “siempre aseguraba que Rimbaud influyó importantemente en poetas mexicanos"

“Aníbal Egea (seis sílabas), ese personaje nacido en Colombia y dado a conocer por Vicente Quirarte (seis sílabas), sí fue cierto que estuvo en Campeche y dejó testimonios de su presencia, al aceptar el reto de escribir un poema en el cual, en cada verso, hubiera una palabra con jota”, expresó el también médico y cuentista.

“Asiduo comensal de (la cantina) Ojo de Pulpo y deslumbrado por la presencia de Celia San Román, un ángel transfigurado en mesera del Ojo de Pulpo, dejó muestra del poema en un sobre que Celia San Román conservaba prisionero entre sus pechos y que en alguna ocasión nos enseñó a ese grupo de la mesa con sus cuates temporales: Vicente y Nelson (De Vega)”, apuntó.

Gantús Castro recordó que Aníbal los “hacía partícipes con sus pláticas y silencios, la mayoría acerca del desamor y el dolor que ocasionan la ruptura”.

“Siempre enamorado, a la vez desconfiado de la permanencia del ser querido y siempre esperando la partida, sin entender que era parte de su sino y que él mismo provocaba inconscientemente para que el dolor de esas heridas estimulara su estro y así pudiese continuar sus escritos, con la esperanza de algún día dejar de anhelar la dicha que infinidad de veces tuvo, y que no supo, o no quiso, que esa felicidad anclara profundo en su llagado corazón y desapareciera el ardor de la piel que el alma produce en el infortunio del adiós sin retorno”, indicó.

“Coleccionador de grafitis, en donde estos estuvieran, su momento más incomprendido era siempre cuando se refería a ese poeta francés, Arthur Rimbaud, que revolucionó ese arte y que en brevísima obra, cambió la forma de la poesía en el movimiento simbolista y la hizo más grande y nueva al obligarla a caminar por delante de la acción; y posterior a lo mismo, dejó ese arte y se convirtió en comerciante de pieles y café, luego en traficante de armas y esclavos, muriendo muy joven”, agregó.

Manifestó que Aníbal Egea “siempre aseguraba que Rimbaud influyó importantemente en poetas mexicanos, se preocupó por demostrarlo, después de dejar algunos grafitis desconocidos: “Seguramente que la tumba es algo parecido a una cama. Ayer te vi envuelta en el sudario de mi cama”, “Vida, nada te debo. Vida, deja de fregar”, “Siempre comprendí por qué no me querías. Lo que no entiendo es porque yo me quería”, “Dos lágrimas derramó Ruperta, porque no era tuerta”.

“Aníbal Egea, así como apareció un día, al otro desapareció, y aseguran algunos que les confesó que iría a la Ciudad de México, específicamente a la colonia Santa María la Ribera, tras de la huella de su Rimbaud…”, puntualizó.

A final de su intervención, Manuel Gantús también recibió un reconocimiento de manos del rector de la UAC.

Palabras dedicadas al doctor Vicente Quirarte

Homenaje que la Universidad Autónoma de Campeche le otorga con motivo de su trayectoria en el ámbito de la Literatura, durante la Feria Nacional del Libro y Arte Universitario.

Campeche, Cam. 24 de octubre de 2017

Mantenedor: Manuel R. Gantús Castro

Envío

Es para mí un placer doloroso el ser encargado de la salutación al doctor Vicente Quirarte en el reconocimiento por su trayectoria liberaría que se efectúa durante la Feria del Libro Universitario de nuestra Universidad Autónoma de Campeche.

Placer, por ser su amigo, y doloroso, por los momentos en que las circunstancias de la vida y su vulnerabilidad se presentan en su compañera, también mi amiga, Patricia.

Como muchos de los presentes ya sabemos, los méritos académicos de Vicente son numerosos, y a los que posteriormente me referiré. Analizar la trayectoria y las obras del doctor Quirarte nos llevaría varias horas, aún en “fast track”, como se llevó el ahora repudiado Tratado de Libre Comercio, el famoso TLC, entre Canadá, México y los Estados Unidos.

Además de lo señalado, existen varias razones de origen técnico y de conocimientos, mimas de las que adolezco, para poder intentar un análisis de la obra y los significados de la vasta producción literaria de Vicente.

Usted se preguntará entonces, por qué este atrevido ginecólogo aceptó este reto para el cual no es precisamente el idóneo ¿Chi lo sa? Presiento que el doctor Quirarte fue mal influido por ese Aníbal Egea, con el que convivimos algunos días en el santuario de Ojo de Pulpo, alrededor de los 80´s más o menos, para no volver a saber de él, aunque como se verá más adelante, sí volvió por Campeche. Como haya sido, yo presiento que sí importó la opinión de ese Alter Ego del doctor, y que de mi parte ignoro el por qué, aunque Celia San Román, ese ángel transfigurado en mesera, quizás lo sepa…

Dicho lo anterior, de lo que sí puedo hablar y escribir es de la amistad con este grupo ridículamente mal llamado “mesa de la izquierda” y con Nelson de Vega, nuestro querido y admirado cubanón, Precisamente fue Nelson quien nos presentó a Vicente, en uno de sus viajes a esta ciudad ex amurallada, durante uno de los desayunos que estos cuates hemos mantenido hasta los casi 40 años de insistencia.

En esos días, aún vivían (doctor Jorge) Bravo y “El Campechano” (Oscar Alberto García), precisamente fueron ellos, con su desparpajo, quienes iniciaron el bautizo del recién presentado Vicente; tímido, callado, modesto, aguantó las bromas y vaciles que irreverentemente le soltaron a él y a Nelson. Supimos que Vicente estuvo viviendo con Nelson en Sherman, Texas, durante su estadía como profesor invitado en la Universidad de Austin, Texas. Precisamente ahí se inició esa amistad, hermandad, mejor dicho, entre el gigantón cubano y entonces nuestro nuevo cuate Quirarte.

Y de ahí para adelante; Vicente inició su envidiable carrera literaria y académica hasta el presente, en que solamente es autor de 64 libros, 150 artículos especializados, así como 95 capítulos en diversas obras…más lo que se acumule.

Convivió con nosotros en muchas ocasiones, la mayoría de ellas festivas, lúdicas, pero desgraciadamente también dolorosas, como la muerte del hijo de Nelson, joven al que conocimos y quisimos, y que Vicente, en su dolor, le dedicó una de sus más bellas poesías “EL NIÑO Y EL VIENTO”, dividida en: El álbum fotográfico, Treinta días, Caballo en el viento, Potestades de la llama, La Canción de la tierra. A David de Vega (1972-1990).

Pasaron los años y precisamente fue Nelson quien nos tenía informados, ante nuestra abulia constitucional, respecto a los logros de Vicente: Maestría, Doctorado, Licenciatura, los años de 1982, 1989 y 1998, todas con mención honorífica, realizadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador titular “C” de tiempo completo definitivo, adscrito al Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM; integrante del Sistema Nacional de Creadores de Arte y del Sistema Nacional de Investigadores con el nivel II.

Ha impartido clases desde 1987, tanto en Licenciatura, como en el Programa de Maestría y Doctorado en Letras en la UNAM. En el extranjero, ha sido profesor invitado en Austin College; estuvo a cargo de las cátedras “Rosario Castellanos” y “Luis Cernuda” en la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad de Sevilla, respectivamente. Ha presentado lecturas de su obra, clases y conferencias en instituciones de España, Colombia, Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Fue Director General de Publicaciones de la UNAM y director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la misma institución.

En 2003, fue electo miembro numerario correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua. El mismo año fue nombrado miembro correspondiente de la Real Academia Española. En el 2010, Premio del Instituto de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana para el rescate de fuentes y en 2012, el Premio Universidad Nacional. En 2016, ingresó a El Colegio Nacional; en 2017, recibió la condecoración Gran Orden “Victoria de la República” en rango de honor y grado de collar “por la dedicación y constancia al estudio y trabajos de investigación sobre acontecimiento de nuestro país”.

A partir del 25 de septiembre del 2017, es integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM. No podemos dejar de nombrar el Premio “Xavier Villaurrutia” por su libro El Ángel es vampiro; por el conjunto de su obra, en 2011, recibió el Premio Iberoamericano de Poesía “Ramón López Velarde”; Premio Nacional de Ensayo Literario “José Revueltas” en 1990.

Su producción poética ha sido incluida en antologías de México y del extranjero, y traducida al inglés, francés, alemán y portugués. Y para rematar, es aparte de Doctor en Letras, investigador y escritor especialista en vampiros (Relatos de Brujas, Vampiros y Hombres Lobo, Readers Digest de México 1998).

Vicente tiene también un reconocimiento de la XX Feria Nacional del Libro Universitario en Campeche, el 16 de marzo del 2007.

A pesar de todo, el dúo magnífico Vicente-Nelson perduró a través de los años, aunque por cuestiones de edad y padecimientos de Nelson, las visitas llegaron a su fin, siendo la última cuando a su paso por Progreso, en un viaje que se inició desde Houston, rumbo al Caribe, Nelson nos avisó y acudimos para pasar unas horas con él y su pareja en ese entonces, María.

Hace aproximadamente cuatro años, decidimos ir a visitarlo a su Houston, ante la imposibilidad de que él pudiera venir a nuestro Campechito. Para eso nos comunicamos con Vicente para hacerlo partícipe del planeado viaje, a lo cual aceptó, acomodando la fecha a su posibilidad de tiempo, y así “agendamos” (horrible terminajo muy utilizado por la burrocracia infinita) y nos fuimos. El plan era que llegáramos el mismo día, por un lado, el doctor (Eduardo) Espadas (Arnábar), el cronista Tomás Arnábar, el ingeniero Calín Cárdenas y su humilde servidor, este mantenedor inmerecido. Y por el otro, Vicente y queridísima Patricia. Fue un buen viaje, que disfrutamos cabalmente y sobre todo, porque Nelson, quien ya estaba delicado de salud, a los dos años de esa visita, falleció. Desde entonces no hemos visto a Vicente, siendo esta oportunidad cariñosamente esperada.

Yo sé que escribiendo y recordando a Nelson, también estoy homenajeando a Vicente, por eso Nelson era parte imposible de no ser nombrado. Y cómo olvidarlo con su estridente risa que inundaba cualquier local, y su saludo a nosotros, a los que calificó como “rabanitos”, por lo de aquello de rojo por fuera…Y todo secundario a que en esos años nuestra simpatía por Cuba se la restregábamos con el afán de molestarlo, cosa que inútil de lograr y que él se vengaba comiéndose una tonelada de hot cakes con litros de miel, terminado con su discreta risa gutural.

Nelson y Vicente compartían muchas cualidades, ambos de carácter franco y aunque su bagaje de conocimientos y culturales no eran nada común, su sencillez y don de gentes, su bonhomía, los calificaban para ser más amigos que los otros; la personalidad de ambos confluía en su modestia, aunque en el caso de Nelson, estridente, y en el de Vicente, recatada y diría que hasta tímida; ambas personalidades también compartían un algo de inocencia o “bien pensados” que ante El Campechano y Bravo, estos intentaban parecer más listos…sin lograrlo, obviamente.

Nelson fue el pionero de los intercambios estudiantiles entre la Universidad de Sherman y la de Campeche y seguramente influyó en la creación de la escuela de idiomas en esta nuestra universidad. Generalmente, Vicente nos visitaba durante la estancia de Nelson en Campeche, generalmente, y si su tiempo lo permitía.

Aníbal Egea (seis sílabas), ese personaje nacido en Colombia y dado a conocer por Vicente Quirarte (seis sílabas) sí fue cierto que estuvo en Campeche y dejó testimonios de su presencia, al aceptar el reto de escribir un poema en el cual, en cada verso, hubiera una palabra con jota. Asiduo comensal de Ojo de Pulpo y deslumbrado por la presencia de Celia San Román, un ángel transfigurado en mesera del Ojo de Pulpo, dejó muestra del poema en un sobre que Celia San Román conservaba prisionero entre sus pechos y que en alguna ocasión nos enseñó a ese grupo de la mesa con sus cuates de temporales: Vicente y Nelson.

Aníbal nos hacía partícipes con sus pláticas y silencios, la mayoría acerca del desamor y el dolor que ocasionan la ruptura. Siempre enamorado, a la vez desconfiado de la permanencia del ser querido y siempre esperando la partida, sin entender que era parte de su sino y que él mismo provocaba inconscientemente para que el dolor de esas heridas estimulara su estro y así pudiese continuar sus escritos, con la esperanza de algún día dejar de anhelar la dicha que infinidad de veces tuvo, y que no supo, o no quiso, que esa felicidad anclara profundo en su llagado corazón y desapareciera el ardor de la piel que el alma produce en el infortunio del adiós sin retorno.

Coleccionador de grafitis, en donde estos estuvieran, su momento más incomprendido era siempre cuando se refería a ese poeta francés, Arthur Rimbaud, que revolucionó ese arte y que en brevísima obra, cambió la forma de la poesía en el movimiento simbolista y la hizo más grande y nueva al obligarla a caminar por delante de la acción; y posterior a lo mismo, dejó ese arte y se convirtió en comerciante de pieles y café, luego en traficante de armas y esclavos, muriendo muy joven.

Aníbal siempre aseguraba que Rimbaud influyó importantemente en poetas mexicanos se preocupó por demostrarlo, después de dejar algunos grafitis desconocidos: “Seguramente que la tumba es algo parecido a una cama. Ayer te vi envuelta en el sudario de mi cama”, “Vida, nada te debo. Vida, deja de fregar”, “Siempre comprendí por qué no me querías. Lo que no entiendo es porque yo me quería”, “Dos lágrimas derramó Ruperta, porque no era tuerta”.

Aníbal Egea, así como apareció un día, al otro desapareció, y aseguran algunos que les confesó que iría a la Ciudad de México, específicamente a la colonia Santa María la Ribera, tras de la huella de su Rimbaud…

Por el bien de todos, el mío especialmente, ya es hora de terminar lo inconcluso, pues mi atrevimiento solo ocupó una ínfima parte de la magnífica obra de Vicente Quirarte, y que por lo explicado al inicio de este escrito, he procurado especialmente referirme a la relación de amistad y cariño que desde hace muchos años nos prodigamos, incluyendo amorosamente a Nelson de Vega. Y sí, creo el culpable de mi designación lo fue seguramente Aníbal Egea, mal consejero de Vicente, quizás por sus recuerdos de Campeche, Ojo de Pulpo, Celia San Román y los grafitis.

¿Y ahora qué nos queda? Sin Nelson que nos informe de los galardones que seguramente Vicente continuará obteniendo…Nelson no se angustiaría, estoy seguro, es más lo estoy escuchando con su estridente voz diciendo: Oye goldo (por qué me diría así), ya vienen los de España…

Con todo el respeto, admiración y cariño, querido Vicente, centinela solitario.

Atentamente

Manuel R. Gantús Castro

Un sentido exhorto: Ante la amenaza de la visita de La Dama de Negro, Nuestra Señora Melancolía, eleva tu pluma Esterbrook gris con capuchón plateado, y como en 1977, se retirará, aunque amenace regresar.

 

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