Por Amaury David Sánchez Burelo
Mi madre insiste, cada ocasión que puede, en decirnos (a mi hermana y a mí) -Es triste que los hijos olviden a sus padres y no les lleven flores al cementerio o pongan comida en sus altares-, nosotros respondemos con una constante -Madre, nosotros, no seremos así-, por lo tanto fue inevitable recordarla al ver Coco (Disney/Pixar 2017).
Podría decir que Coco no es una canción de amor a México, sino una canción de amor a la memoria, a la intención de perpetuar nuestras raíces, transformarlas, permanecerlas, tenerlas siempre en cuenta al momento de desarrollar la vida
Coco, dirigida por Lee Unkrich (Toy Story 3), cuenta la historia de Miguel, un niño músico que vive su pasión a escondidas de su familia de zapateros, luego de que su tatarabuelo dejara a la familia por ir a cumplir sus sueños de ser el mejor músico de México.
Entre sucesos de humanos y muertos, Miguel tiene que recurrir a la guitarra de su tatarabuelo para demostrar que puede ser igual que él y romper con la tradición familiar del oficio de zapatero. La decisión lo lleva a un viaje fantástico en el mundo de los muertos, donde se encontrará con sus seres queridos y con otros no muy agradables.
La película fue vendida como una de las producciones más trabajadas por parte de Disney/Pixar, debido a que era necesario conocer cómo es México en realidad e identificar sus principales rasgos como sociedad y cultura. Adrián Molina (guionista) fue quien durante cinco años apoyó en la investigación para desarrollar una historia con verdaderos tintes mexicanos.
Si bien el filme no es una de las mejores historias de Pixar, no se le debe demeritar, dado que su labor visual es el mayor logro, tanto el comienzo con papel china, hasta las construcciones míticas en el mundo de los muertos.
Podría decir que Coco no es una canción de amor a México, sino una canción de amor a la memoria, a la intención de perpetuar nuestras raíces, transformarlas, permanecerlas, tenerlas siempre en cuenta al momento de desarrollar la vida.
Tal parece hasta este punto de la reseña que el párrafo con el que se inicia este texto no tiene importancia, pero después de ver la película entenderán, el por qué se insiste en recordar y en poner comida en el altar a quienes se fueron y amamos.
