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“Momias. Ilusiones de vida eterna”

12 diciembre, 2018 Comentarios desactivados en Crítica de la razón creativa Ideas

Crítica de la razón creativa

Por Héctor Malavé Gamboa*

Resumen: El presente ensayo pretende demostrar que en la filosofía antigua y medieval la razón no era una facultad ajena u opuesta a la creación sino un atributo que sostenía el movimiento “oculto” de la materia. Sin embargo, durante la modernidad el concepto se estrechó a su facultad ordenadora de las leyes internas de la naturaleza, dejando a la teología el concepto de creatividad. La escisión de la razón y la creación en la modernidad también separó el conocimiento, priorizando el saber positivo sobre el conocimiento estético. Lo que tuvo como consecuencia la instrumentalización y alienación del pensamiento humano, por lo que proponemos un reencuentro con la racionalidad creativa concreta: una praxis creativa que libere las fuerzas del trabajo humano y a la razón misma como una herramienta de dominación por una de fuerza de emancipación.

Palabras clave: Materia/ creación/ razón/ alienación/  razón creativa.

Abstrac: The present essay aims/tries to demonstrate that in the ancient and medieval philosophy the reason was not a faculty alien or opposed to the creation buta n attribute that sustained the hidden movement of the matter. However, during modernity the concept was narrowed to its ordering power of the internal laws of nature, leaving to theology the concept of creativity. The split of reason and creation in modernity also separated knowledge, giving prioruty to positive knowledge, about aesthetic knowledge. What resulted in the instrumentalización and alienation of human thought, so we propose a reencounter with concrete creative rationality. A creative praxis that liberates the forces of human work and reason itself as a tool of domination.

Key words: Matter/ creation/ reason/ alienation/ creative reason.

1.- Logos Creador

El demiurgo es el creador de la materia, la materia en sus violentas contradicciones se “diviniza”, en el Timeo de Platón (2007: 301)  es una fuerza creadora que ordena en el caos, como una inteligencia suprema, no crea la materia esta se encontraba eterna en su forma primitiva y salvaje. La concepción de la materia increada continuaría en Aristóteles.  Demos ergón, significa literalmente los trabajos prácticos del pueblo creador de la materia. Los materiales del universo existían en forma primitiva, el Demiurgo los ordenó conforme a las ideas universales. El demiurgo insertó un dispositivo de reproducción que le permitió a la materia evolucionar, ¿cuál es esa sustancia activa del espíritu? Beuchot (2015:69), señala en Agustín, a diferencia de Platón, la materia fue creada por Dios pero dispuso una semilla creadora o el logos espermático, que le permitió a la materia recrearse continuamente.

Los filósofos presocráticos fueron los primeros en plantearse la composición de la materia como una formación de elementos calientes y fríos, el fuego, el agua, la tierra y el aire o todos ellos unidos. La respuesta no mitológica del origen del universo, y sus preguntas iniciales le dieron la primera autonomía  a la razón, que superaba el pensamiento mágico de los sacerdotes egipcios. Sin embargo, Parménides, Pitágoras y Platón ofrecieron una salida inmutable, eterna y divina al Ser, contraria a las eternas contradicciones de la materia que había intuido con acierto Heráclito (1985:69), y su primer principio: el fuego. “En los mismo ríos nos bañamos y no nos bañamos, somos y no somos”, “el fuego al venir juzgará y condenará”. Sostenía que la sabiduría consistía en conocer la inteligencia que gobierna todas las cosas por medio de todas las cosas: “El fuego eterno y periódico es dios y el destino es el logos, creador de los seres a través del movimiento de los contrarios”.

El pensamiento antiguo desconfió del conocimiento de los sentidos, a lo más le confirió un orden regulado por la razón. Para Plotino (1923) el más místico de los filósofos antiguos sólo el mundo de las ideas era perfecto, la materia engañaba. Para el gnosticismo culto de la antigüedad, en San Valentín (2010), el agnosthos teos –dios desconocido-, origen y principio de las emanaciones se encontraba oculto, la materia fue creada por el Demiurgo, un agente del mal, que se desvió del plan divino, el cual fue corregido por la suma sabiduría. La tradición gnóstica, maniqueistas  y el catarismo, le atribuyeron a la materia el origen de todos los males de la humanidad. El dualismo fue rechazado por un monismo filosófico que consideró que la materia era una creación de Dios, la idea del pecado es la que introdujo el mal al mundo no la materia, esta no era mala en sí misma. La manifestación suprema de la materia era el cuerpo del hombre, el cuerpo del pecado.

En misterio de la carnalidad de Cristo escondía un dilema filosófico para el cristianismo primitivo: ¿podía Dios encarnar un cuerpo material grosero e imperfecto? Los gnósticos primitivos negaron tal posibilidad argumentando que el cuerpo de Cristo era una mera apariencia que tomaba el aspecto de quién la contemplara, así el Evangelio de San Felipe (2010) decía que el cuerpo de Cristo era el logos y su sangre una metáfora visual del Espíritu Santo. Los primeros padres de la Iglesia combatieron lo que ellos denominaron herejías argumentando la carnalidad y el cuerpo material del Cristo como redentor de los pecados, sosteniendo que en una persona se encontraban dos sustancias, una sustancia divina creativa y una sustancia material inanimada. La encarnación de la Idea en un cuerpo sangrante y desgarrado, su resurrección en cuerpo al cielo era prácticamente la materialización de la idea y su divinización (Véase La Transfiguración de Rafael).

La Edad Media fue una filosofía de la eternidad y de cómo el hombre participa en la eternidad en su pequeña infinitud. Para Agustín el hombre estaba compuesto de un alma y un cuerpo material. El hombre era lo más excelso de la creación, sin embargo, la facultad más importante del hombre era la “voluntad de amar”, sin la gracia de Dios, el hombre no podría conocer a Dios: el corazón es creador.

En sus Meditaciones Marco Aurelio (2012), dota de independencia al hombre por medio de su razón. Aconsejaba “crecer a todos horas en independencia”, dividió al hombre en tres partes: sustancia espiritual, racional y corporal. La razón era la facultad rectora de hombre la cual le pertenecía enteramente y era capaz de apropiársela.  En su Consolación de la Filosofía, Boecio (1989) fue más lejos, aceptando la divinidad de la razón del hombre se pregunta por su destino y libre albedrío teniendo en cuenta que si Dios lo sabe todo, incluso el futuro, la libertad del hombre no era posible. Para Filosofía sin embargo, compañera de Boecio en la cárcel, la libertad era la capacidad que tenía el hombre de elegir, le otorga una libertad ante Dios, al elegir el hombre se elegía a sí mismo.

Santo Tomás de Aquino, pensó que la materia era importante para el conocimiento. Para quien conocer era asir la realidad, aunque esta realidad se encontraba en el intelecto divino. Para Duns Scoto en su Tratado del Primer Principio, la idea de Dios tenía que ser demostrada, no era suficiente que fuera intuida por la conciencia del hombre. Por lo que el saber era todo aquello que pudiera demostrar las propiedades de algo.

Es hasta Spinoza (2017) en su inconcluso Tratado de la Reforma del Entendimiento sostiene que “la inteligencia” puede por su sola fuerza, crear sensaciones e ideas que no correspondan a las cosas sensible, por eso, (la filosofía antigua y medieval) la consideraron como un Dios. La razón se desprendió paulatinamente de la autoridad de la fe, giró su mirada a la naturaleza y sustituyó la fe por el método como una herramienta que ordenara la información de la naturaleza. Para Leonardo Da Vinci en tu Tratado de la Pintura (1980), la pintura es una ciencia que usa la geometría para representar a la naturaleza porque es está la maestra del artista cuando este  observa sus mecanismos, sin encontrar un alma oculta.

Entre la razón y los sentidos se encontraba mediando el rigor del método moderno, la razón como función ordenadora de la materia.  La razón sin embargo, no sólo era capaz de ordenar y comprender las leyes internas de la naturaleza sino también de crearla. Se ocultó que la facultad de la razón no era ordenar sino crear. La escisión de la razón separó el conocimiento moderno priorizando el conocimiento positivo sobre el conocimiento creativo, en lo social separando, una división epistemológica del trabajo, la forma y belleza, al artista del científico moderno.

De esta manera, el racionalismo de Spinoza (2017) no sólo era epistemológico sino un acto de liberación, una praxis política, que no se desencantaban por dejar la razón libre de la fe sino que se entusiasmaba por conocer las manifestaciones del mundo material. Su panteísmo negaba la ley eterna, sólo existía una ley natural que ella misma cumplía las funciones de Dios.

Liberada la razón el arte como una manifestación del espíritu humano se fue emancipado del sometimiento en el que estaba el artista de las leyes naturales, la máxima expresión de lo bello y perfecto, no era la naturaleza ciega e inerte, sino el canon de la antigüedad, el espíritu griego sería capaz de crear cosas divinas y perfectas mejor que la naturaleza, el artista moderno tenía que imitarlos, que muchas veces no sólo manifestaba un lado reposado y amable sino también violento y en lagunas ocasiones exento de toda belleza, la naturaleza no sólo representa la vida sino también la muerte y la destrucción, idea del romanticismo.  La filosofía moderna buscó el mecanismo dinámico que movía la materia, desde que observó el cuerpo para encontrar la fundamentación empírica del alma humana. En Newton era la “fuerza gravitacional” que ordenaba el orden del cosmos.

La idea mecánica del universo es cambiando desde Kant por una visión más dinámica de la materia en donde actuaban fuerzas de atracción y repulsión que culminan con la aparición de la razón práctica del hombre. Durante el Romanticismo el papel del demiurgo creador de la materia lo ocupa el papel del genio artístico, el poeta y el pianista son los que apertura el espíritu para permitir la manifestación de la divinidad.

La protesta del romanticismo al neoclasicismo que considera el conocimiento matemático como verdadero, proclama la autonomía de Yo, y la experiencia subjetiva como vehículo de la libertad humana, sobre todo en Shelling uno de los padres del idealismo alemán a principios del siglo XIX, profundamente inspirados por la Revolución Francesa.

En Shelling (1985) la naturaleza no era un esqueleto de formas vacías o una multitud de objetos en el espacio sino una presencia viva y creadora, una fuerza activa viviente que produce las cosas de un modo activo, el arte figurativo era un vínculo entre el sentimiento del artista y la naturaleza, que se desenvolvía en un profundo proceso.

Durante el romanticismo el artista adquiere personalidad plena y pinta para sí mismo, no para sus dueños. Las sensaciones, emociones del creador auténtico es él y la naturaleza, el representa por medio de la expresión, ya no una naturaleza apacible y reposada con leyes mecánicas, sino la agitada experiencia del espíritu en la conciencia romántica provoca exaltación y temor de lo sublime. Cuando el genio creador se encontraba frente a los Alpes Suizos, representando la grandeza espiritual del artista médium de una voluntad natural que rebasaba todas las leyes positivas, sólo el artista y no el científico podían entender el ánima mundi.  Para Hegel el arte representaba el progreso espiritual de la humanidad.

En Schopenhauer el fondo  de la naturaleza fenoménica y sus fuerzas activas vitales estaban unidos por una “voluntad general irracional” fuente de toda energía latente y activa oculta en las diferentes fuerzas del cosmos. Las fuerzas de la vida, biología, la física que impulsaban la vida evolutiva se apoyaban en una voluntad en constante expansión vital.

La metafísica vitalista del pesimista alemán no es otra cosa que la “voluntad popular” del ginebrino Rousseau. El pacto de las conciencias individuales conformaban la unidad de la voluntad general fuente donde emana todo poder político transformador de la sociedad civil y de la soberanía ciudadana, que le otorgaba el derecho de alterar o modificar cualquier estructura de gobierno tiránico.

Las fuerzas de la vida, no son otra cosa que la fuerza de la reproducción en su contradicción femenina y masculina, que va más allá del instinto porque tiene un fin objetivo, se encuentra presente en las contradicciones del cuerpo sensible. En Freud son las “pulsiones sexuales creadoras” que son una energía psíquica profunda que dirige la acción hasta conseguir descargarse: emergen de una fuente, el “esfuerzo” es una meta y un objeto. Se encuentran disciplinadas por la cultura para que podemos alcanzar una civilización racional. Una lucha en lo apolíneo y las fuerzas báquicas de Nietzsche, la música y el ditirambo agitan el alma creativa.

Dice Bakunin (2009) en su libro Dios y el Estado:

La filosofía le quitó a la materia inteligencia, la vida, todas las cualidades determinantes, las relaciones activas las fuerzas, el movimiento mismo sin el cual la materia no sería siquiera pensada, no dejándole más que la imponderabilidad y la inmovilidad absoluta en el espacio; han atribuido todas esas fuerzas, propiedades y manifestaciones naturales al ser imaginario creado por su fantasía abstractiva. (Bakunin: 2009:14)

Aquel espíritu creador del hombre libre, la naturaleza es para la Marx la raíz de todo plusvalor,  no es otra cosa más qué “la fuerza de trabajo de la humanidad” que se emancipa del reino de la necesidad, el trabajo es el creador, la fuerza de trabajo y las energías psíquicas ocultas y el mecanismo corporal del hombre es el demiurgo creador, algo que sería más preciso llamarle “fuerza creativa del trabajo conjunto de la humanidad”, por lo que los objetos creador por el hombre no sólo poseen un valor de consumo e intercambio, sino también un valor estético que no es valorado.

Federico Engels (1975) en su Anti-duhring aspira a esclarecer la conciencia del hombre por medio de la práctica o la actividad humana. El primer principio es el inmanentismo que la materia se explicaba por sí misma, no es una instancia ajena al mundo, el segundo principio es la dialéctica de la naturaleza. A diferencia del materialismo mecánico en donde la materia es inmóvil y eterna, y el espíritu es activo, aquí la estructura de la materia se encuentra en contradicción consigo misma por medio de revoluciones creadoras. El movimiento es consustancial a la estructura de la materia, increada. “el movimiento es el modo de existencia de la materia, la materia al movimiento” (Engels 1975: 47). Finalmente la materia no se crea ni el movimiento, puede transformarse y transportarse de un estado a otro.

Marx al esclarecer el demiurgo creador platónico, la fuerza del espíritu santo, o el espíritu creador del artista, se desmitifica la conciencia romántica y adquiere una conciencia social y de clase. La creación no sólo es estética sino también política y personal, donde los poderes de la creación del trabajo del hombre se vuelven contra el hombre mismo y los termina mistificando, alienándose así, sometiéndose al nuevo dominio, el hombre no es creador sino es creado, si el producto de su trabajo creativo se vuelve contra sí mismo, el hombre termina alienado, la creación es un producto ajeno al hombre y no inmanente al hombre.

El concepto de “creación” fue relegado a la teologías protestantes del Siglo XIX y XX opuestas al evolucionismo darwinista, con un evidente sesgo conservador frente al avance de las tecnología y las ciencias empíricas. Por otro lado, las ciencias tecnológicas y administrativas la adoptaron bajo el título de “innovación tecnológica”, para explicar el desarrollo industrial capitalista. Por su parte, el poeta chileno Vicente Huidobro utilizó la palabra “creacionismo” para romper con el canon de la poesía tradicional, y elevar al escritor como un artificie de universos.

El padre jesuita Pierre Teihard de Chardín (2002:17) fue más lejos en su Corazón de la materia, en su búsqueda física de consistencia y consolidación, comprendió que la materia  y el espíritu no eran dos sustancias distintas sino dos estados de una trama cósmica. Las condiciones o exigencias de la evolución, la espiritualización de la materia, pudiera ser un proceso irreversible. El universo –dijo- se encaminaba no a su enfriamiento sino al espíritu como una forma de perspectiva. La materia prolongada, cristalizada y penetrada hasta el fondo, se transforma en razón. La complejidad orgánica de la materia evolucionada llevaba a la razón. Hasta decir que la materia era la matriz del espíritu y entonces, el espíritu era un estado superior de la materia evolucionada. El hombre psicológica y zoológicamente hablando se encontraba en estado embrionario. Cómo evolucionará con la técnica del trabajo consciente y la socialización o la palabra.

La reflexión colectiva de las redes sociales en el planeta parece darle la razón de alguna manera. La humanidad se dirige inevitablemente a la integración de una inteligencia artificial que le dé un sentido a la vida. La creación unifica, integra la contradicción, unidad de los contrarios, experiencia subjetiva genera conocimiento, este proceso se transmuta en razón creativa. La razón es una etapa superior de la materia organizada,  No obstante, la materia no evoluciona sino que lucha contra ella misma hasta cobrar conciencia de sí, o autodestruirse y volver a empezar un nuevo ciclo cósmico.

El sistema nervioso del hombre y su cerebro son mediadores de la experiencia sensible en el mundo y su conciencia unitaria y simple, es la suma de muchos procesos conscientes que el hombre ha superado por medio de su trabajo práctico creativo y libre. El trabajo y la conciencia es el resultado de una gran revolución del hombre sobre las leyes de la necesidad natural, lo mismo sus formas de organización social y finalmente su conciencia personal, comunitaria y planetaria. La conciencia sin embargo, se emancipó de la masa encefálica explicándose por sí misma, por leyes culturales, el sujeto se volvió un sujeto histórico. La conciencia se explicaba por sí misma por la magia, la fe, las leyes de la lógica y la matemática, la razón natural y objetiva y subjetiva, y la razón instrumental. En ese proceso de lucha práctica el poder dominante de la razón instrumental inhibe superarse a las conciencias mismas por las estructuras ideológicas de la sociedad del consumo, y la conciencia entra en contradicción con las estructuras sociales, aislándola.

Las ciencias del espíritu sin embargo, son relativamente nuevas a partir del siglo XIX y XX, la conciencia emancipada de la naturaleza como creadora de sí se transformó en una estructura simbólica compleja. De tal forma que la concepción de la transformación de la materia ajustó cuentas con el concepto de creación material por medio del trabajo estético, en un esfuerzo creativo de “metacognición emancipadora” de las estructura de poder ideológicas que ha alienado la conciencia la humanidad.

El hombre moderno ha llegado al límite de su sentido no satisfaciéndoles las instituciones que lo organizaron, y en consecuencia sus bases racionales se agotaron. Su escepticismo patológico y nihilismo son una etapa de la razón natural, por lo que, la humanidad, bien supremo de la materia conciencia, en sus contradicciones violentas  dará un saltó de la razón creativa para rescatarse a sí misma. La razón creativa sólo puede expresarse como contraria a la razón instrumental es la sustancia y el sentido del hombre, el artista es el organizador de la tercera etapa de la emancipación de la materia a sí misma: razón natural, la razón instrumental y la razón creadora. Por lo tanto, es el artista el sujeto consciente que puede restablecer la primacía del logos creador.

Roland Barthes (2004:30) apunta a Michelet, que define la creación como una elección responsable, la historia humana se percibe como creación. La creación como una emancipación intelectual y material del hombre.  Si la lucha de clases es el motor de la historia a Marx le faltó enfatizar que su detonante es el proceso creativo. El proceso creativo tiene personalidad propia. La personalidad sólo se expresa para la comunidad. Los artistas representan el aspecto creativo dentro de un Estado, sin embargo, parecen constituir una clase social separada, un tipo de intelectual aparte. La razón es que la modernidad los separó del resto de la clase obrera y les dio una función específica y decorativa del poder. Es decir, la inutilidad del arte como decía Kant (2000) en la Critica del Juicio, pero la utilidad del artista al poder como clase social aparte.

El arte conceptual sin embargo, representa las características del capitalismo contemporáneo, efímero como el consumo. El artista como un obrero especializado con personalidad propia sin embargo, se encuentra separado políticamente, (materialmente) de la dialéctica del amo y el esclavo. El artista no se reconoce como obrero sino como un intelectual ajeno a la lucha de clase. Es por eso que la representación que tiene de la sociedad es conceptual o metafísica, representa el dominio actual alienándose en su propia obra como Pigmalión, que el dominando no alcanza a comprender su propio obra pero es suficiente para enajenar al propio artista de una hermenéutica sacerdotal incomprensible para la comunidad. El simbolismo del artista contemporáneo paradójicamente es para las clases adineradas que lo consumen.

El desarrollo tecnológico de las fuerzas productivas (la ciencia y el arte) del hombre en sociedad también son fuerzas creativas. Del reino de la necesidad al reino de la libertad media el reino de la creatividad. La necesidad no es una voluntad vacía tiene una estructura creativa viva e inteligente que la emancipa del dominio. La verdadera libertad del hombre no sólo es la liberación sino saber qué hacer con ella, la completa liberación de las fuerzas creativas humanas lo conducen necesariamente a una plena autorrealización, autoemancipación, en palabras de Hegel a la autoconciencia ilimitada.

La creatividad personal se despliega re-volitivamente en la creación y autocreación de la comunidad, tiene sin embargo, su energía destructiva o constructiva, la creatividad destructiva aniquila las fuerza de la vida natural e histórica, la creatividad constructiva o conciencia creativa por el contrario la impulsa. No sólo la conciencia sino el corazón del hombre es un violento escenario de la lucha de clases. Es por eso que el poder se impone como primer propósito “sujetar” la creatividad personal.  El fin de la emancipación del hombre del siglo XXI es liberar esa “energía creadora” inmanente en sus fuerzas psíquicas, materiales e históricas no para ser explotadas por el sistema neoliberal o autoexplotarse como señala Chung Ham (2010) en la Sociedad del Cansancio, sino para con autoconstruirse y autoliberarse como comunidad planetaria.

*Doctor en Educación Humanista. Se desempeña como profesor en la asignatura de arte y cultura, en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores René Descartes, San Francisco de Campeche, Campeche, México.

E-Mail: [email protected]

Facebook: José Héctor Malavé Gamboa

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