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13 abril, 2018 Comentarios desactivados en Policiaco Ideas

Policiaco

(Reflexión a mil ideas por segundo, a los 30 minutos de haber terminado Días de combate)

Por Amaury David Sánchez Burelo

A Belascoarán Shayne lo conocí cuando era muy joven, quizá a los 15 años, mucho después de leer 1984 y quién diría que en 1985 aparecería su primera historia. Yo, quizá, en ese entonces, masticaba a medias las novelas. La historia era lo principal, si me emocionaba, era predilecta en mi lectura.

Llegué a Días de Combate por la biblioteca paterna, ahí fue donde me encontré con ese sujeto que rehuía de su vida cotidiana para convertirse en un detective. Él, como mi abuelo, tomaron un curso por correo postal para obtener un diploma, Héctor para especializarse de detective y Melquiades, para ser mecánico.

Lo otro, fue el enamoramiento, quién no se ha enamorado de una chica con cola de caballo. El Amaury de ese tiempo habría amado a Irene, como Belascoarán Shayne lo hizo y tal vez, se habría perdido en Uruapan, como ellos lo hicieron, pero no por entregarse locamente al amor, sino por no conocer nada de esa zona, menos del Distrito Federal o el Estado de México, aquellos que veía en el canal de las estrellas, mientras la presentadora anunciaba los choques, los asesinatos y los robos que había ahí. Qué tan parecido era lo de la tele, con lo que narraba Taibo II en su novela.

Puede ser que hubiera más razones para entretenerme en esa historia, pero no las recuerdo en este momento. Ahora, al menos hace dos semanas, tuve la oportunidad de comprar Todo Belascoarán y releí la primera aventura del detective, los 12 asesinatos de mujeres por culpa de un estrangulador que no tenía mucho que hacer, la historia de Marina, la chica que llegó a trabajar con el personaje principal y la vida de Gómez Letras, quien deseaba revisarle la tubería a todas las mujeres que iba a componérsela.

Es necesario decir que fue mi primera novela policiaca, negra o cual sea el nombre del género, e igual, que desde entonces, tuve una predilección por esas historias. Continué con dos novelas más. Después traté de leer a los clásicos y debo admitir que no sentí lo mismo, tal vez me faltaba ese ambiente mexicano, ese sabor raro a smog que desprendía la lectura, la sensación de conocer lo mencionado solamente porque dijeran “cabrón” o “ya te chingaste” y el reconocimiento con Belascoarán que. a pesar de mi edad, ya pensaba en esa idea de salir de la cotidianidad.

Muchos años después, llegaría “El Zurdo” Mendieta, con sus desventuras en el norte del país y más adelante, Mario Conde, con sus casos en la policía cubana, también, Filiberto García, con un complot de talla internacional… todos ellos presentando sucesos, situaciones, momentos parecidos a los de la realidad.

Volví a ella, porque Belascoarán apareció en Besar al detective y me fue necesario reencontrarme con ese personaje que por ahí del 68, decidió dejar a su mujer, su trabajo y la mierda de vida diaria que llevaba para convertirse en un detective. ¿Quién no ha soñado en dejarlo todo y hacer lo que en verdad quiere?

¿Quién dirá que en unos años, no dejaré mis estudios de la cultura o de letras para convertirme en investigador privado? Nadie lo dirá, a menos que me escriban, sin existir en verdad.

 

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